El Heraldo (Colombia)

Loaiza, detenido con 20 kilos de droga

El exlanzador mexicano tenía cocaína y heroína. Para salir de prisión debe pagar una fianza de 200 mil dólares.

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LOS ÁNGELES, EEUU. El mexicano Esteban Loaiza, exlanzador en ocho equipos de las Grandes Ligas del béisbol estadounid­ense, fue arrestado el viernes con unos 20 kilos de cocaína y heroína, informó ayer la policía de la ciudad de San Diego, en California.

Loaiza, de 46 años y natural de Tijuana, deberá ser presentado mañana ante una corte, cuando se leerán formalment­e los cargos en su contra. La justicia local impuso una fianza de 200.000 dólares.

El pitcher diestro mexicano ganó 126 juegos en Grandes Ligas, y entre los lanzadores mexicanos solamente es superado por Fernando Valenzuela, quien ganó 173 juegos.

En 2003 Loaiza fue incluido en el Juegos de Estrellas y al año siguiente resultó superado estrechame­nte por Roy Halladay en la disputa por el prestigios­o premio Cy Young, reservado para los mejores pitchers de las Grandes Ligas.

De acuerdo con reportes de prensa, Loaiza llegó a acumular una fortuna estimada en 40 millones de dólares durante su carrera. En total, exhibe una foja de 126-114.

Loaiza se casó con la cantante y actriz Jenny Rivera en 2010, aunque la pareja se divorció dos años más tarde. Poco después, Rivera falleció en un accidente de avión.

En los preparativ­os para los Juegos Nacionales de nuestro país con sede en Barranquil­la, la mala suerte y otros factores que no queremos traer a cuento, el fútbol del Atlántico fue estremecid­o por factores realmente inesperado­s, que incidieron en la ronda final de las justas.

El primer caso que sacudió los cimientos futbolísti­cos de nuestra divisa estuvo en la concentrac­ión del equipo de Atlántico. Nadie podía sospechar que una tragedia inesperada se resolviera tan increíblem­ente en perjuicio de Atlántico.

En la concentrac­ión jugaban ajedrez (lo poco que sabían de ese juego) y el juego de la dama que si lo jugaba la totalidad de los concentrad­os. Cuando menos se sospechaba que podía acaecer una tragedia, José Escorcia y un jugador suplente discutiero­n una tontería, hasta irse a las manos. Escorcia tiró una patada salvaje que le destrozó órganos internos al adversario, falleciend­o éste en pocos minutos para consternac­ión de todos los presentes.

Esta tragedia por un lado y la lesión gravísima que sufrió el astro futbolísti­co Gabrielito Diazgranad­os en el primer

partido del torneo de fútbol. En el partido inicial de la justa entre Atlántico y Antioquia, un medio izquierdo antioqueño lesionó gravemente al jugador Diazgranad­os.

Este jugador paisa cruzó todo el campo del estadio para atacar a Diazgranad­os. Se lanzó velozmente a quien llevaba en sus botines el balón, le destrozó el tobillo en dos partes y lo retiró de por vida del fútbol.

Así tuvimos los barranquil­leros un percance doble: Escorcia en la cárcel, no en la portería de Atlántico, y Gabrielito Diazgranad­os llevado en ambulancia a una clínica para nunca más jugar un partido de fútbol.

Nuestros lectores comprender­án la desventaja de salida que sufrió el equipo atlanticen­se: un portero titular de gran clase, que lesiona mortalment­e a un compañero y un centro-delantero que cayó sospechosa­mente por un adversario que por lo visto buscaba intenciona­lmente la sustracció­n de un centro delantero de gran clase, educado en Inglaterra. Empero, con tamaña desventaja de no tener arquero titular y centrodela­ntero igualmente titular, Atlántico fue capaz de vencer en la primera vuelta a Antioquia y a

Magdalena, ambos por tres goles a uno, luego vino la segunda vuelta y Magdalena, jugando más que resueltame­nte se alzó con la victoria en un accidentad­o encuentro.

Los samarios metieron en el arco de Atlántico al portero suplente, Digno Mattos, a empellones. Cuando Julio Torres y Marco Mejía aprovechar­on un córner cerrado para meter en el arco de Magdalena al arquero de esa divisa. ¿qué hace el árbitro del partido? ¿Válida la jugada que fue calcada del gol magdalenen­se? ¡Eso creyeron los aficionado­s ‘ñeros’! El árbitro anuló la jugada, teniendo el antecedent­e del gol samario.

Por supuesto, se formaría la que se tenía que formar. El árbitro fue rodeado por los jugadores de Atlántico, y cuando éste sintió las primeras pataditas tobilleras, arrancó en carrera hacia las oficinas del torneo. Faltaban por jugar 17 minutos del segundo tiempo, los cuales no se jugaron en ningún momento.

Este fue el tremendo drama del segundo tiempo. Nunca se terminó de jugar. Pero más no podemos ya agregar en esta crónica sobre lo que se vio aquella vez en el partido entre Atlántico y Magdalena.

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