¡Adiós, Joselito, nos vemos en el próximo Carnaval!
Ayer, el carnavalero más memorable ‘murió’ para resucitar en marzo de 2019 y seguir gozándose las fiestas del dios Momo.
Una viuda alegre vestida de azul claro, así como el color de sus ojos, y de cabellera rubia, lleva en su mano izquierda un bebé de plástico. En la derecha un parlante portátil; ella no se complica, está preparada para poner la música que le permita menear las nalgas postizas, rellenas de trapos y esponjas, al ritmo de champeta, delante de “uno de los maridos” que la abandonó en Carnaval. Se voltea, le baila y aprovecha para pedirle la “liga”. “Papi, no me dejes, que me preñaste y te fuiste. Papi, ven, tienes que darme para mantener al pelao”, le decía mientras se acomodaba la peluca.
En la carrera 54 con calle 58, a las 4:17 p.m. arrancó el ‘cortejo fúnebre’ de Joselito Carnaval, el que después de bailar hasta el cansancio en el Par Vial de la carrera 50 con cuanta mujer se le pasara por el frente, enmaicenarse, llenarse de espuma y tomarse todo el ron que el hígado le aguantara, se murió, dejando embarazadas a varias y a otras triste porque se les fue su amante más eficiente. “¡Ay, Jose! Tú lo que eras es un cachón y ronero. Ahora me dejas con un pelao en la barriga y sin un peso. ¡Ay, Jose, por qué, si querías tan bueno!”, gritaban a su paso las desesperadas mujeres, vestidas de luto.
La agrupación cultural ‘Los Candelillitos’ fue la primera que alegró a los espectadores. Las parejas de niños cumbiamberos baila- ron al son de la tambora y el guache, y abrieron el desfile que siguió lleno de lamentos disfrazados y quejidos de dolor.
Tras ellos, unas viudas sin luto, con trajes rojos y blancos, pasaron inconsolables. “Jose, eras el mejor en la cama, ahora qué haré”, lloraban las mujeres. “A ti no te guardo luto, borrachón”, decían otras burlonas.
A cada lado de la calle, pocas personas se reunieron a ver el desfile. La asistencia del público no fue la más notable y algunos se quejaron por la organización. “Ya aquí no se ve la misma cantidad de gente, se está perdiendo la tradición de venir a ver el entierro de Joselito en este punto. Antes no se podía ni pasar, pero ahora esto está vacío”, dijo Armando Roa, un barranquillero de 62 años.
Las viudas evolucionan con los años. Antes, las mujeres y los hombres lloraban al son de un mapalé o una cumbia interpretados por un millo; ayer, equipos a todo volumen pasaron tocando el Scooby Doo Pa Pa,y Mami, ya pa’ qué, mientras ellas se quejaban y movían el esqueleto.
“El pelao ya tiene ocho años y nunca me diste ni para el pote de leche, duro, miserable”, le reclamaban.
Como en todo velorio, en el de Joselito no faltó el tinto, pues varias de sus mujeres se encargaron de llevarlos en termos durante todo el recorrido. “Yo le preguntaba que si quería un tintico barato o uno de los más costosos. Siempre me compraba, era un cliente fiel y ahora se murió. Por qué, Jose, no solo dejaste inconsolables a las de aquí, a nosotras también nos hiciste el daño”.
El lamento colectivo invadió a todos los asistentes a la fiesta más alegre de Colombia, que sin importar de dónde vinieron, lloraron al muerto con el dolor más profundo que pudo sentir su corazón. Los del grupo Disfrázate como quieras, conformados por extranjeros de distintas partes como Noruega, Estados Unidos, Canadá y otros países, plañeron a todo pulmón. “Ay, Jose, te fuiste, Jose”, gritaban con acento remarcado.
Con el “guayabo” natural de la fecha por enterrar a su Joselito, la reina 2018, Valeria Abuchaibe Rosales, llegó inconsolable al desfile. Su llanto a veces contrastaba con la risa que el público le sacaba.
Sus labios carmesí se apretaron para llorar al difunto. “Nooooo, te me moriste, Jose. ¡Ayy, qué dolor!”, se lamentaba su majestad Valeria.
Shadya, la reina del Carnaval de los Niños, llevó como compañía a un grupo de ‘viuditas’, que lloraron a un mini Joselito juniorista. “Explíquenme, qué pasó. No entiendo, ¿se murió?”, decía a grito herido, al son de vallenato y champeta.
Su rey Momo, Samuel Martínez siguió cantando, así como alegró los corazones de sus seguidores todos los días de Carnaval. “Sammy Quillero no da el pésame, da alegría, que viva el Carnaval hoy y todos los días”.
Uno que no lloró a Joselito fue el rey Momo, Ricardo Sierra, él pasó vestido de Farota de Talaigua, más bailador y sonriente que nunca.
Ayer Joselito se fue con las cenizas, cansado de tanto tomar, bailar, amar y parrandear. De dejar hijos engendrados en los vientres de sus amantes de Carnaval. Murió, pero resucitará en 2019 para vivir, del 2 al 5 de marzo, la gozadera y la sabrosura en el mejor Carnaval del mundo.