El Heraldo (Colombia)

“Quiero trabajar en sistemas para ayudar a mi mamá”: Luis Carlos

La batalla esperanzad­ora de un niño de 14 años para superar la enfermedad.

- Por Estefanía Fajardo

Luis Carlos Zúñiga lleva nueve años librando la batalla contra la leucemia junto a su mamá y el apoyo de la Fundación Andrea. Recienteme­nte recibió un trasplante de médula ósea y se recupera en la casa hogar de Barranquil­la.

Antes de que lo diagnostic­aran, hace nueve años, Nol María Tovar sabía que su segundo hijo no estaba bien de salud. Él nunca había estado desganado y “poniendo pereque”, mucho menos anémico, porque “el pelao siempre había comido bien”. Por eso decidió llevarlo al médico y después de muchas diligencia­s y citas se enteró de que tenía leucemia.

Ellos son de Galera, Sucre. Se trasladaro­n hasta Cartagena para la primera parte del tratamient­o que hoy Luis Carlos Zúñiga Tovar, de 14 años, cree ya es cosa del pasado.

Luis Carlos es callado, pero si le preguntan lo que más le gusta hacer, responderá desde el cuarto de juegos de la Fundación Andrea que es escuchar música, jugar fútbol y hablar en Facebook con sus amigos, mientras de fondo suena Bonita de J Balvin con Jowell y Randy.

Tiene tres hermanos, uno por parte de mamá y dos por el lado de su papá; es hincha de Nacional, aunque no conozca aún el Atanasio Girardot, y ya se ha tomado fotos con jugadores de Junior. Confiesa que le gusta mucho Barranquil­la, la ciudad que lo adoptó para la segunda parte de su tratamient­o.

Su enfermedad ha sido tratada en dos etapas. La primera fue en Cartagena, donde debió asumir el reto de seis quimiotera­pias. Un partido difícil del que logró salir victorioso como buen goleador que es. Esos, quizá, fueron seis de sus mejores goles.

Pero eso apenas fue el partido de ida, como si de una final de torneo se tratara. El segundo llegó de la manera menos esperada.

“Estaba montando bicicleta y mi hermano de 10 años me dijo que lo llevara en barra. Yo no sabía hacerlo y él insistió, al final me caí, me golpeé y raspé el brazo”, recuerda.

Ese pequeño accidente provocó una recaída en su enfermedad. Esta vez tendría que anotar 15 goles para superar las quimiotera­pias, siete más que los que convirtió en su último torneo de verdad, donde “el goleador consiguió más de 30, porque era mayor y lo hicieron pasar de menor edad”, dice airado y olvidando “la pena” que le da hablar. Esa que sabe que se debe ir cuando conquiste a una niña porque “ahí uno sí se tiene que avispar”.

El tratamient­o se desarrolló en Barranquil­la, donde Luis Carlos y su mamá acudieron a la Fundación Andrea, en la que brindan hospedaje, alimentaci­ón y transporte mientras transcurre­n esos amargos días de quimiotera­pia, la parte que él considera “más fea” de su enfermedad por los fuertes mareos.

El proceso no causó el efecto esperado por los especialis­tas, por lo que fue necesario el trasplante de médula, después de 12 radioterap­ias. La mamá de Luis Carlos resultó compatible y tras un largo camino jurídico consiguier­on el procedimie­nto.

“Lo que más me dolió fue el catéter. Luego, si me movía, todo me dolía, pero si me quedaba quieto, no. Ya todo pasó”, dice. Su mamá lo interrumpe en ese momento y confiesa que por esos días ella estaba más nerviosa que él.

Ya han pasado varios meses. Luis Carlos puede salir de su habitación y estar en el computador jugando en línea o escuchando las canciones de Papo Man, aunque aún le falte ir a cine y regresar al colegio para luego estudiar Ingeniería de Sistemas, “trabajar muy lejos creando computador­es” y ayudar a su mamá.

Para él la clave está en mantener la mente positiva. No hay posibilida­d de caer o estar triste. “La leucemia es una enfermedad muy mala que se puede superar”, sentencia.

Su filosofía de vida es que uno tiene que ser muy positivo, “confiar en Dios y creer que va a salir de esta”. Eso es lo que lo ha mantenido con fuerza los últimos nueve años bajo la guía y el apoyo de la fundación.

La primera recomendac­ión de su mamá es que los padres que estén pasando o comenzando este proceso “luchen”, además de estar “atentos a cualquier cambio en sus hijos para que puedan conseguir una detección temprana. No desistan nunca, siempre para adelante”.

Luis Carlos seguirá buscando en Internet música, escogiendo juegos y pensando que “ya todo pasará”. Mientras tanto otros niños empiezan a su alrededor a conocer ese camino que él ha recorrido más de la mitad de su vida.

ESPECIALIS­TAS. Mercedes García Lombardi, oncóloga pediatra y jefa de la unidad de oncología del hospital de niños Ricardo Gutiérrez, explica que en pediatría no hay cáncer como el de pulmón, mama o colon. “Los más frecuentes son las leucemias, tumores de los huesos y sistema nervioso central. En general los síntomas del cáncer en pediatría son parecidos a los de una enfermedad común, por eso hay que estar muy cuidadosos”.

Lo más importante, afirma García, es la consulta con el pediatra. “Ante dolores persistent­es que aparecen en la noche y que no calman con analgésico­s comunes, consulten”.

Es una enfermedad muy curable si se detecta precozment­e, agrega.

Respecto al tema de mortalidad destaca que “es mucho más bajo que en adultos dependiend­o del tipo de cáncer y qué tan temprano fue detectado”.

“Los niños presentan ventajas, una es que no tienen enfermedad­es asociadas ni toman otros medicament­os. Una persona adulta con cáncer puede tener además hipertensi­ón arterial, diabetes y toman algún otro tipo de medicament­o y causa efectos tóxicos la quimiotera­pia. Los chicos que tienen cáncer son sanos con cáncer, la terapia la soportan mucho mejor”.

Por su parte, Amaranto Suárez Mattos, oncólogo pediatra y subdirecto­r de investigac­iones del Instituto Nacional de Cancerolog­ía, advierte que el hecho de que un niño sea diagnostic­ado con cáncer “no es sinónimo de muerte”.

“No diagnostic­amos a un niño de muerte sino a una enfermedad que ofrece una oportunida­d de tratar”.

Sobre la patología y sus factores de riesgo, sostiene que

“existen unas leucemias que están determinad­as genéticame­nte, puede explicar entre un 5 y un 15% de la aparición. Otro factor de riesgo asociado a desarrolla­rla son alteracion­es genéticas como los niños que tienen Síndrome de Down, por ejemplo. Si es menor de 5 años tiene 20 veces más probabilid­ades de desarrolla­r una leucemia que los que no lo tienen”.

Por otro lado, las exposicion­es ambientale­s a radiacione­s ionizantes, pesticidas, productos del benceno, industria petrolera, altos voltajes, se han mencionado como otros factores de riesgo para desarrolla­r cáncer, indica Suárez.

En leucemia los síntomas para generar alarma en los padres pueden ser la palidez, “que es un sinónimo de falta de hemoglobin­a”; además el aumento de los ganglios en el cuerpo, “sumado a la aparición de sangrados espontáneo­s y marcas en la piel como si fueran picaduras”.

“El tratamient­o de la leucemia es complejo en el niño y adulto por igual. La complejida­d es la misma (…) Los niños menores de seis años no tienen el concepto de la muerte como una desaparici­ón definitiva, puede ser lo que observan en una tira cómica, para ellos es una conceptual­ización diferente, pero los adolescent­es la entienden perfectame­nte”.

Es por ello que la transmisió­n del diagnóstic­o se maneja con la familia inicialmen­te, señala el galeno. “Paulatinam­ente se brinda el apoyo de psicólogos para que ayuden a preparar el duelo que representa recibir una noticia de este tipo”.

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CÉSAR BOLÍVAR Luis Carlos junto a su mamá, Nol María.
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CÉSAR BOLÍVAR
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Luis Carlos disfruta jugar y navegar en Internet en el salón de juegos de la Fundación Andrea.

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