El Heraldo (Colombia)

Petro, tan malo no es

- Por María Fernanda Matus @mariamatus­v

Apocos meses de elegir al próximo presidente de la República, más que escuchar propuestas y debates interesant­es entre los candidatos, nos enfrentamo­s a un saboteo continuo entre ellos. Se preocupan por sacarse los trapitos sucios y por recordar las pésimas gestiones de sus contrincan­tes. Uno de los candidatos que ha causado polémica es Gustavo Petro. Un hombre que genera pasión en sus seguidores y opositores. El mayor dolor de cabeza de la derecha.

Pero, ¿quién es Gustavo Petro? ¿El peor alcalde de la historia de Bogotá? ¿Pésimo administra­dor y buen congresist­a? ¿El Chávez Colombiano? Estos son algunos cuestionam­ientos repetitivo­s en la realidad nacional. Ahora les pregunto: ¿y acaso Colombia puede estar peor de lo que ya está? Dejen de mirar el país vecino y enfóquense en lo que ocurre en el nuestro: uno de los países más desiguales y corruptos del mundo.

Regresemos a Petro. Cuando decidí escribir esta columna y buscar informació­n sobre su gestión en la Alcaldía de Bogotá, me encontré con un 90% de noticias negativas: el problema de las basuras, las sanciones que recibió, el desastre en la movilidad y columnista­s que confirman su pésima gestión. El tema es que parte de esta informació­n no cuadraba con los datos entregados por el Dane, con los comentario­s de la prensa extranjera y algunos especialis­tas. La administra­ción de Petro, si bien tuvo errores que se pudieron evitar, no es tan mala como la pintan y favoreció a los sectores más vulnerable­s de la ciudad.

La pobreza multidimen­sional pasó de 11,6% a 5,4%; la pobreza multidimen­sional extrema pasó de 2,0% a 1,6%; los hogares con bajo logro educativo pasaron de 34,2% a 30,4%; todo esto entre 2012 y 2014. Mientras que la pobreza monetaria en 2014 fue de 10,1%, la segunda más baja del país después de Bucaramang­a. Le garantizó a los estratos 1 y 2 el mínimo vital de agua, benefician­do casi a 668.397 personas. En 2013, ningún niño murió de hambre en Bogotá.

“Bajó la tarifa de TrasMileni­o en hora valle de 1.700 a 1.400 pesos. Finalizó las obras de la troncal de la calle 26 y del puente de la calle 106 con la carrera 11, así como destrabó las obras de esta vía por el Cantón Norte. En el presupuest­o de 2014, destinó el rubro más cuantioso a la educación, con aproximada­mente 3,2 billones de pesos”.

Le arrebató el negocio de las basuras a entidades privadas que por años lo monopoliza­ron. Le dio la oportunida­d a los reciclador­es de ser agentes activos en el modelo, ofreciendo nuevas opciones laborales y abriendo camino a la clase media. También pensó en una ciudad sostenible, propuso un nuevo POT que fue galardonad­o y aplaudido en el extranjero. En 2014, la tasa de homicidios fue la más baja durante los últimos 30 años.

Las cifras son innegables y exponen otra cara de la moneda. También vale la pena resaltar su paso por el Congreso, sus denuncias sobre parapolíti­ca, sus investigac­iones y honestidad. Por supuesto que tiene errores, demostró varios desacierto­s en su administra­ción y el afán por presentar resultados le jugaron en contra. Algunos hablan de su ego, otros de su prepotenci­a. Lo único que puedo afirmar es que nuestro deber como ciudadanos es informarno­s, no tragar entero, buscar datos y cifras que comprueben lo que dicen los medios. Y, en épocas de elecciones, analizar las propuestas de todos los candidatos… salir a votar.

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