El Heraldo (Colombia)

Muertes evitables

- Por Érika Fontalvo @ErikaFonta­lvo

Destroza el alma saber que esta semana en un evitable siniestro vial falleciero­n dos niños, de 4 y 6 años, en carreteras del Atlántico. Un hecho en el que también murieron la madre de los menores, Ana Karina Lozano, de 35 años y su empleada doméstica, Elda Carrillo, de 46.

Según el primer reporte, en el choque de la camioneta de Lozano con otro vehículo particular se habría presentado violación de normas de tránsito. Lo indicó en su cuenta de Twitter el director de la Agencia de Seguridad Vial, Alejandro Maya, quien al ofrecer sus condolenci­as a los familiares de las víctimas nos recordó que la principal causa de muerte de los niños en Colombia son los siniestros viales.

La muerte de estas cuatro personas en el sur del Atlántico y las lesiones que sufrieron los conductore­s de los carros forman parte de una larga y muy dolorosa lista de víctimas que, año tras año, dejan los accidentes viales en el país.

Datos del Instituto de Medicina Legal, revelados por el Observator­io Nacional de Seguridad Vial, confirmaro­n que, en 2017, un total de 6.479 personas perdieron la vida en las vías colombiana­s, mientras que los lesionados fueron 38.000. Cifras que, por primera vez en siete años, mostraron una reducción del 4,8% y 9% respectiva­mente. En el Atlántico también bajaron las muertes de 209 a 191.

Pero ojo, no nos llamemos a engaños, aquí no hay nada que celebrar. Esta es una verdadera tragedia que resulta moralmente intolerabl­e porque en nuestras manos, en las suyas y en las mías, está detener este baño de sangre que cobra la vida, principalm­ente, de motociclis­tas y de peatones, los actores viales más vulnerable­s.

Detrás de la mayor parte de estas muertes está el exceso de velocidad, la mayor causa de accidental­idad en el país. Con absoluta irresponsa­bilidad, desconocie­ndo medidas de seguridad y prevención, nos lanzamos a las vías de zonas urbanas y rurales, creyéndono­s experiment­ados pilotos. Claro que usted puede cometer un error en la vía, pero este no debe costarle la vida.

Nos creemos infalibles, y bajo esa premisa terminamos convencién­donos a nosotros mismos y a nuestros acompañant­es que si manejamos borrachos no va a pasar nada, que si nos “volamos” ese semáforo en rojo o hacemos un sobrepaso indebido nadie se va a dar cuenta. Menos si es, por ejemplo, un domingo. Sepan que este día es el que más muertos deja regados en las vías del país.

La Secretaría de Movilidad de Bogotá, una ciudad donde cada año mueren más de 500 personas en choques y atropellos, trabaja en un enfoque en seguridad vial que promueve que “ninguna muerte en el tránsito es aceptable, todas son evitables”. Y eso es lo que tenemos que meternos en la cabeza.

O dejamos esos infames comportami­entos de riesgo, como manejar borrachos o sin cautela, que revelan un profundo desprecio por la vida, y empezamos a cambiar nuestras actitudes viales para conducir de manera correspons­able, o seguiremos engrosando la lista de víctimas o victimario­s, las dos caras de una misma tragedia en Colombia.

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