El Heraldo (Colombia)

Un Conpes amarrado

- Por Indalecio Dangond

El pasado 7 de febrero, el Consejo Nacional de Política Económica y Social aprobó el documento Conpes No. 3917, en el cual se establecie­ron unas áreas rurales de referencia para implementa­r las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (Zidres).

Para ponerlos en contexto, las Zidres fueron creadas por la Ley 1776 de 2016 con el objeto de “fomentar” grandes proyectos productivo­s agrícolas, pecuario, forestal y piscícola en las zonas rurales más apartadas del país con “limitacion­es considerab­les”. Es decir, corredores geográfico­s que carecen de infraestru­ctura vial, servicios públicos, baja densidad poblaciona­l, un alto índice de pobreza y la exigencia de una alta inversión en adaptación de suelos, infraestru­ctura industrial y maquinaria agrícola. Según la Upra, en Colombia existen alrededor de 7,2 millones de hectáreas en estas condicione­s lamentable­s.

Los predios que se encuentran en esas zonas son baldíos del Estado, de familias campesinas que no tienen los recursos ni las capacidade­s para explotarlo­s, comunidade­s indígenas y empresario­s que se creyeron Simón Bolívar con Toyota. Algunos tuvieron que vender parte de sus propiedade­s para poder subsistir, otros las arrendaron, muchos abandonaro­n sus inversione­s y los que se quedaron haciendo patria, con la esperanza de que el gobierno les iba a construir las vías, están viviendo un verdadero calvario. De Puerto Gaitán a La Primavera, en el Vichada, por ejemplo, un camión puede tardar 8 horas en el verano y varios días en el invierno para recorrer 252 kilómetros de trocha, con peaje incluido de los indígenas. En esas condicione­s no puede haber negocio rentable.

Para los empresario­s y pequeños productore­s de los municipios La Primavera y Santa Rosalía, en el Vichada, la única esperanza que les queda de reactivar sus negocios y la economía de su región son las Zidres. Este instrument­o de fomento productivo permite que el Estado arriende o concesione grandes extensione­s de tierras a empresario­s que deseen desarrolla­r un proyecto productivo con medianos y pequeños productore­s bajo un esquema asociativo. Este les garantiza acceso a líneas especiales de crédito, respaldo del 100% de los créditos por parte del Estado y estímulos económicos para la formación y capacitaci­ón de los productore­s. Además, les admite a las personas que están ocupando un predio baldío, vincularse a un proyecto productivo y asociativo bajo un contrato con el Estado, permitiénd­oles el uso y goce de los predios que ocupan.

Otros que están haciendo cola son los empresario­s y productore­s de las zonas rurales de Riosucio, en el Urabá chocoano, y Tibú, en el Catatumbo. Ojalá el Consejo de Ministros y el Ministerio de Agricultur­a aprueben prontament­e las primeras Zidres en estas zonas apartadas del país. El eterno problema de los Conpes es la falta de seguimient­o y de dientes para hacer cumplir lo acordado.

Ojalá el procurador Fernando Carrillo le meta la lupa a este proceso. Ya hay graves rumores de que el minAgricul­tura quiere presentar ante el Consejo de Ministros la aprobación de la primera Zidre en una zona rural de la altillanur­a, donde el pavimento y la energía llegan hasta los potreros de las fincas de los futuros beneficiad­os.

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