Transformadores
Desde cualquier lugar que se dialoga con la gente brota una pregunta que nos hacemos con suficiente frecuencia, ¿por qué últimamente dentro de la clase política no nos ha tocado una figura verdaderamente transformadora como gobernante? ¿Por qué cada ciclo electoral tenemos que escoger entre el menos de las nulidades?
Colombia no puede explicarse sin esos articuladores sociales de un país cuya membrecía conformada por López Pumarejo, Echandia,Gaitán, Lozano, Lleras Camargo y Lleras Restrepo, son de las figuras políticas más atractivas de la escena y el debate público de la primera y segunda mitad del siglo XX. Y tampoco puede explicarse el país sin sus intermitentes confrontaciones con el poder, el aval por el desarrollo del derecho de equidad y justicia, toda vez que consideraban que la lucha por los derechos civiles era una política de la identidad, pero también un esfuerzo para arreglar un error, para hacernos mejores y más fuertes como país.
Para usted lector es comprensible, sin ser politólogo, que un transformador es un hombre de una enorme pasión, de gran energía, las que compromete con su ideal de sociedad, de ética y de sentido de grandeza humana.
A lo largo de más de una década, sectores políticos han montado una perversa estrategia destinada a dividir y a enfrentar entre sí a los colombianos con las pretensiones “atornillarse” y de la inmortalidad política es un reflejo de lo que los griegos llamaban hybris o “desmesura”.
Los estadistas López y Lleras aspiraban a ser líderes de una República disciplinada y ordenada que se ajustaran a los límites de la mortalidad política. Previstos de antemano, sus ciclos se tornaron, entonces, en la concretización de plazos constitucionales y terminaron en medio del respeto y la aprobación de sus conciudadanos porque supieron aceptar la lógica cíclica de sus constituciones.
Orlando Guerra Bonilla