El Heraldo (Colombia)

Más mamás

- Por Marcela García Caballero

Por cosas de la vida, hace unos días terminé en una mesa con unas cuantas mamás de adolescent­es, quienes se encontraba­n discutiend­o un tema que les agobiaba. Hablaban acerca de sus hijas y del miedo que le tenían a hablarles de la vida sexual que muy probableme­nte muchas ya estaban teniendo o estaban a punto de empezar. Hablaban acerca de cuántas reglas ponerles y de cómo podían encontrar el balance perfecto entre ser sus mamás y ser sus amigas, pues, en su opinión, las cosas habían cambiado tanto desde que ellas eran jóvenes que no tenían idea de qué hacer.

Me preguntaro­n mi opinión al respecto, ya que, aunque hace tiempo que ya no soy una adolescent­e, querían saber qué pensaban los adultos jóvenes al respecto. No puedo responder por toda mi generación, solo puedo responder por mi experienci­a y por la postura que mi mamá optó por tener. Y esto es lo que pienso: mientras sus hijos sean adolescent­es, no necesitan que su mamá sea su amiga, sino que sea su mamá. A mí me sirvió tener una mamá que me pusiera límites y una que me dijera que no, a pesar de que a todas les decían que sí. Me sirvió saber que yo no podía hacer lo que me diera la gana. Me sirvió el hecho de que el ‘enamorado’ no podía estar sino en la sala, que yo tenía que reportarme a toda hora y que eso de llevarnos de viaje a un ‘noviecito’, así fuese a Cartagena, no estaba entre las posibilida­des.

Sin embargo, aunque me sirvió tener una mamá que me pusiera reglas (como debe ser), si yo estuviese hoy en esa posición, sabiendo cómo es que realmente piensa mi generación, creo que cuando de hablar del ‘tema’ se tratara lo abordaría distinto. A mí me tocó una mamá que tenía el discurso de la vieja guardia, uno en el que el sexo era algo que se reservaba para el matrimonio. A mí me tocó una mamá que hablaba del tema con prohibició­n.

Creo que hay que llegar a un punto medio, que así como no se trata de acompañarl­as a comprarles las anticoncep­tivas a los 15, tampoco se trata de infundirle pavor al placer. Si yo fuera hoy mamá de una adolescent­e, le diría que jamás lo haga por temor a que la dejen, que espere a saber quién es ella primero, que sí es un regalo y que no es para que se lo tome nunca a la ligera, que siempre tiene que ser con alguien que la quiera de verdad, que se cuide y que se respete. Pero sobre todo es importante enseñarles a tener cuidado con lo que mandan por el celular, pues ese es un nuevo integrante que antes no existía, y es uno que puede perseguirl­as por el resto de la vida.

Así que si eres mamá y estás hoy en esa posición, sigue poniéndole todas las ‘trabas del mundo’ para que nunca nada sea tan fácil, sigue haciendo que ‘tu casa te la respeten’, pero a la vez háblales acerca de que siempre, sin importar si es antes o después de que se casen, debe ser un tema de amor, de respeto y de confianza, y que siempre debe ser un tema en el que la palabra ‘cuidado’ sea fundamenta­l.

Porque no hay consejos más grandes que los de una mamá, ni cantaletas más efectivas que las que nos cantan la vida entera.

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