El Heraldo (Colombia)

“El presidente me regaló una casa por la medalla”

Ya con 69 años de edad, el expugilist­a que le dio la primera medalla olímpica a Colombia recordó su hazaña y el atentado que se vivió en los Juegos Múnich-1972.

- ALFONSO PÉREZ EXBOXEADOR

CARTAGENA. El malaganero Alfonso Pérez Torres, con 23 años para la época, había salido a trotar a eso de las 5:30 de la tarde del 4 de septiembre en el Villa Olímpica que albergó a los miles de atletas que asistieron a los Juegos Olímpicos de Verano de Múnich en 1972, cuando él y sus acompañant­es, encabezado­s por el entrenador Orlando Pineda, el púgil Clemente Rojas, Calixto Pérez y Bonifacio Ávila, notaron muy extraño que un grupo de cinco aparentes atletas, uniformado­s, decidieron entrar a la villa volándose un vallado que separaba el recinto de los deportista­s del mundo exterior.

Diez horas después, el dirigente deportivo Alfonso Múnera Cabas le agarraba fuerte la cabeza a Pérez para que la bajara y evitara que fuera impactado por una de las balas de los fedayines del grupo terrorista ‘Septiembre Negro’ que justo al frente del edificio de habitacion­es suyos iniciaba a eso de las 4:42 de la madrugada del 5 de septiembre, aproximada­mente, la toma de rehenes de once miembros del equipo olímpico israelí.

Hoy, a sus 69 años, en la sala de su casa en el barrio El Carmelo de Cartagena, ‘el Olímpico’ Pérez recuerda cómo este y otros episodios derivados del acto terrorista afectaron su rendimient­o de cara a las finales de la categoría del peso ligero del boxeo olímpico hace casi 46 años cuando se convirtió en la primera medalla a este nivel para un púgil en la historia colombiana.

¿Qué hay de la vida P de Alfonso Pérez?

R Bien, mi hermano. Tranquilo. Disfrutand­o mis años de vida, con 69 años cumplidos, buena salud, viendo a mis once hijos (8 varones y 3 mujeres) y disfrutand­o de los 23 nietos.

Un almuerzo de familia P aquí en casa es en serio...

R (Risas) Una vez le dije a mis hijos que la regla era de a dos nietos por familia. Solo Jean Pérez (el quinto) tuvo tres (risas). Tuve los mismos hijos que tuvo mi papá (Juan Manuel Pérez) con mi mamá (Dominga Torres Arellano).

¿Vive bien? ¿Ha podido P vivir de los frutos de su gesta deportiva?

R ‘Hombe’, mi hermano, no me puedo quejar. El presidente (Misael) Pastrana me regaló una casa en el Plan 400, esa la tienen mis hijos hoy en día. Ellos le hicieron dos pisos más y mi otra casa acá en El Carmelo, donde vivo con otros hijos y mi señora. Recuerdo que mi amigo ‘el Perro’ (Jesús María Villalobos, empresario del chance fallecido) me hizo una colecta entre la gente cuando regresé de los juegos para poder arreglar un poco la casa. Fueron 143 mil pesos. Un buen billete para la época.

¿Qué hace hoy?

P

R Enseñándol­e a los pelaos a boxear. Allí me encuentras todos los días en el gimnasio de boxeo en el coliseo Bernardo Caraballo. Por ahí puede salir una posibilida­d de entrenar a Janer ‘Arenita’ González.

Han pasado 46 años P de la obtención de la medalla, ¿siguen frescos los recuerdos?

R ¡Claro! Pude llegar más lejos. Esa pelea con el húngaro (Laszlo Orban) para disputar la medalla de oro me la robaron. Lo trabajé con el jab y esa cabeza se le iba para atrás constantem­ente. Creo que solo me hizo falta una cosa.

¿Cuál?

P

R Decir ‘hijueputa’ en inglés cuando el árbitro le levantó la cabeza al húngaro (risas). Después le dije a Sócrates Cruz, en la esquina, que no se me había ocurrido aprender a decirlo (risas). Era de los pocos en el equipo que sabía algo de inglés. Es más, la gente en las gradas comenzó a sacudir los pies con fuerza contra el piso como forma de protesta por el fallo.

¿Esa pelea fue después P del atentado?

R Sí, claro. Es que eso que pasó que fue muy doloroso y terrible. Recuerdo que el doctor Múnera me agarró la cabeza para que la mantuviera abajo porque las balas zumbaban. Una de ellas pegó en el edificio en el que estábamos nosotros. El secuestro fue, precisamen­te, en el edificio al frente de donde nos quedábamos nosotros. Sin embargo, mi compadre Orlando (Pineda) y los muchachos habíamos visto algo raro el día anterior y creemos que esa gente (secuestrad­ores) estaban allí adentro de la villa desde el día anterior.

¿Y qué fue lo que P vieron?

R Bueno, con los muchachos salimos a correr. También iba Orlando (Pineda) y vimos cuando unos atletas se estaba volando la valla, pensamos que era unos deportista­s que se habían escapado. Después hablando entre nosotros recordábam­os que esa gente podía haber sido esos que se metieron por un lado de la villa por donde íbamos pasando nosotros y es algo que Pineda te puede decir con más detalles (EL HERALDO habló con Orlando Pineda ayer mismo sobre el hecho y corroboró todo lo que contó Pérez y los detalles de los deportista­s uniformado­s que se metieron a los albergues de forma subreptici­a).

¿Qué tanto le afectó P todo eso?

R Fue muy doloroso ver que estos deportista­s no pudieron regresar a su país después de representa­rlo. Las competenci­as se habían aplazado. Me confié, me puse a comer de más (pescado con mucha ensalada). Me subí dos libras y cuando Pineda me confirmó que pelearía al día siguiente (buscando disputar plata-oro si ganaba). Así que me llevó al sótano del edificio donde estábamos para ponerme a sudar porque si bien no estábamos en invierno, no hacía tanto calor. Así que nos fuimos para el sótano. Me puse un buzo, a hacer velillo y abdominale­s. A eso de la 1:00 de la mañana di el peso, la pelea fue como al mediodía. Dormí como cuatro horas, aproximada­mente.

Pero todas formas P aseguró el bronce…

R Pero lloré mucho. Recuerdo que me pusieron al presidente Pastrana al teléfono y me dijo que él había lamentado esa derrota tanto como yo. El Presidente me prometió que me iba a recibir cuando llegara y así fue. Me mandó en un avión bien cómodo para Cartagena y me regaló una casa.

¿Alguna vez te han P ofertado comprarte la medalla de bronce?

R No, nunca. Sin embargo una vez casi me secuestran cuando supieron que había sido olímpico. Fue por allá en el año 1978 en un pueblito cerca de Sincelejo (no recordó el nombre del lugar) el hermano de una amiga, que era guerriller­o, me sacó de aquel pueblo rápido. Si no, algo malo me hubiera pasado.

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CARLOS HURTADO Alfonso ‘el Olímpico’ Pérez con su medalla de bronce, que le dio varias satisfacci­ones y lo marcó de por vida.
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Recordada pelea de Alfonso Pérez y Emiliano Villa.
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Alfonso Pérez, ‘Cochise’ Rodríguez y Clemente Rojas.

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