Cuestión de sumo cuidado
El Centro para la Dinámica de Enfermedades, Economía y Política (CDDEP, por sus siglas en inglés), con sede en Washington, analizó las tendencias mundiales en el uso y consumo de antibióticos en 76 países entre los años 2000 y 2015. Los resultados de ese estudio, publicados la semana pasada, demuestran que definitivamente la resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud pública mundial. En otras palabras, en todo el mundo las bacterias están volviéndose resistentes al efecto farmacológico de los antibióticos.
Dichos resultados señalan que las dosis diarias se incrementaron en un 65% y que la tasa de consumo aumentó un 39%, especialmente en los países de ingresos medianos y bajos. El tema es tan preocupante que los expertos prevén que el empleo de antibióticos pueda crecer hasta un 200% en 2030.
Estudios realizados hace un par de años por el instituto de Análisis Rand Europa y la consultora KPMG evidenciaron que las infecciones resistentes a los antimicrobianos cobraban anualmente al menos 50.000 vidas en toda Europa y Estados Unidos solamente. En ese momento se mencionó que en los Estados Unidos cada año las infecciones resistentes a los antibióticos se asocian con 23.000 muertes y dos millones de enfermedades.
Personalmente, en el 2014 abordé en una columna inicial el tema del abuso en el consumo de los antibióticos en Colombia como factor generador de resistencia bacteriana a dichos medicamentos, además del fuerte impacto financiero en el sistema de salud por los costos en los que incurría por tratar a estos pacientes con resistencia bacteriana.
En una segunda columna alerté de la necesidad de adoptar una estrategia rápida y efectiva en el país por parte del Gobierno nacional, que permitiera que a través de programas y campañas educativas de sensibilización se lograra concientizar a la población colombiana sobre el adecuado uso de los antibióticos, pero también de los riesgos de la automedicación que pueden llevar a la misma muerte de las personas, pues, según médicos epidemiólogos, en Colombia la mortalidad intrahospitalaria de los pacientes aumentó en un 14% por el uso de antibióticos sin formulación, ante la libre venta de ellos en el mercado. Escenario de comercialización que incluye desde las farmacias de cadena hasta las tiendas de barrio. A esta circunstancia se le suma la falta de controles efectivos a dicha comercialización, que incluye los portales de internet habilitados para ello.
Por todo lo anterior resulta importante y urgente saber por qué se encuentra aguantado el proyecto de ley de iniciativa del senador Antonio Correa, que tiene como objetivo fundamental establecer medidas para reglamentar la venta de medicamentos y el uso adecuado de antibióticos, además de implementar disposiciones con el fin de prohibir la venta de antibióticos sin fórmula médica, así como controlar y regular su venta a través de internet, y que viene considerándose en el Congreso desde el año 2014 y que tuvo aprobación inicial a finales del 2016. La resistencia bacteriana es una cuestión de sumo cuidado, por lo que el uso indiscriminado de antibióticos en Colombia debe ser enfrentado tal y como se considera hoy a nivel mundial: una amenaza real y un gravísimo problema de salud pública.