El Heraldo (Colombia)

¿Cómo así?

- Por Cecilia López Montaño cecilia@cecilialop­ez.com

Es absolutame­nte entendible la preocupaci­ón sobre la calidad del servicio de la Triple A en medio de semejante escándalo de corrupción que apenas empieza a aclararse. La investigac­ión en Barranquil­la está en su primera etapa, porque le faltan muchas piezas a este rompecabez­as que le sacó a la empresa de manera fraudulent­a una cifra muy alta de sus recursos. La Triple A se había tomado siempre como un modelo en el país por la calidad de los servicios públicos que presta, afirman los que conocen el tema, y es obvio que exista temor en la ciudadanía de volver a épocas nefastas cuando el agua, por ejemplo, era uno de los grandes dolores de cabeza aun en Barranquil­la, para no hablar del resto de municipios del Departamen­to.

Lo que no parece fácil de entender es que este desfalco no tenga nada que ver con la calidad del servicio que presta la empresa. Dos aclaracion­es son pertinente­s. Primero, si con este desangre permanente que viene de tiempo atrás –y que va a terminar con mucha gente en la cárcel aquí y en España, con funcionari­os de su socia Inassa– se logró tener este nivel de calidad, ¿qué más se habría podido hacer si estos recursos hubiesen estado disponible­s en la empresa? Segundo, no se puede olvidar un detalle muy importante: gracias a este desfalco el municipio de Barranquil­la perdió su posición dominante en la Triple A y ahora solo tiene el 13% de la propiedad de esta empresa. ¿Les parece esta pérdida poco importante?

Vender la idea de que una empresa estatal que nos pertenece a todos se la puedan robar indefinida­mente sin afectar la actividad de la misma o sin ningún costo es muy complicado. No se sabe qué habría pasado en el futuro inmediato si este escándalo no se hubiera descubiert­o, primero en España y ahora en Barranquil­la. Si el saqueo hubiese continuado, es muy posible que se habría reducido aún más la capacidad de la ciudad para defender sus intereses y las de sus ciudadanos. Con seguridad después de cierto punto el servicio se hubiera deteriorad­o.

Lo que sí se puede afirmar es que hasta ahora se salvó la calidad del servicio de la Triple A, pero que no se crea que no se han dado costos. ¿Cómo así? Nadie se vuelve millonario con los recursos de una misma bolsa sin que se pague un precio por ese desangre que, por fortuna, en esta ocasión no la asumieron los beneficiar­ios actuales. ¿Perdieron los potenciale­s usuarios? ¿Se frenaron planes de expansión? En fin, suponer que son eventos independie­ntes el saqueo de recursos y la calidad del servicio no parece fácil de defender.

Es comprensib­le el deseo de independiz­ar estos dos hechos, pero las investigac­iones que se realicen de aquí en adelante deben aclarar este milagro, si es que realmente ocurrió. Pero parece obvio que no es posible que un robo permanente de esta magnitud pase ‘sin pena ni gloria’, como se dice popularmen­te. La verdad es que obviamente sí se ha perdido la gloria que tenía la administra­ción de esta empresa que se considerab­a un modelo ejemplar.

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