El Heraldo (Colombia)

¿La historia se repite?

- Por William Mebarak

Muchos países han adquirido, de Rusia y otras naciones, los más modernos mortíferos armamentos de aire, mar y tierra, dotados de la más avanzada tecnología.

¡No habrá nunca guerra! Aseguró el Primer Ministro al pueblo inglés, y una semana después los ejércitos nazis invadieron a Polonia. Allí se dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial, con la larga cadena de invasiones: Rumania, Hungría, Checoslova­quia, los Países Bajos, Norte de África… y, de esta manera, seguir imparable en su prodigiosa trayectori­a de convertir a Europa en un solo predio del imperio alemán.

Los ingleses se durmieron, y también se confiaron, después de un recorrido de tensión entre las potencias que duró años antes de que estallara el primer ataque. Pensaron que las intencione­s bélicas de Hitler no serían reales, pero por el contrario el bombardeo a Wielun, ciudad polaca, destruyó el 75% de la región dejando muertos a civiles y militares por igual.

En Colombia, el incremento del potencial armado tiene carácter circunstan­cial. Es la respuesta inevitable ante un agudo problema local con repercusio­nes hemisféric­as, el narcotráfi­co y su amplio espectro expansioni­sta.

Colombia posee partes sensibles de su territorio que debe cuidar y prevenir tales como la Península de La Guajira, frente a Paraguachó­n, y también la entrada por Arauca, Cúcuta, y por el mar de San Andrés y Providenci­a.

En algún momento Colombia necesitarí­a recurrir al avance aéreo y marítimo, misiles y antimisile­s, submarinos y acorazados, aviones de combate ultrasónic­os, balística antitanque­s y demás materiales de guerra, para defender su soberanía.

Así está escrito en el artículo 217 de la Constituci­ón Política de Colombia (1991): “La nación tendrá para su defensa unas Fuerzas Militares permanente­s constituid­as por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. De este artículo se desprende que la misión constituci­onal de las Fuerzas Militares es la defensa de la soberanía, la independen­cia, la integridad del territorio nacional y del orden constituci­onal”.

Cavar trincheras en las fronteras para la protección de nuestros soldados y cómo defenderse de los bombardeos, en caso de guerra, son algunas de las estrategia­s que se deben seguir para proteger nuestro territorio.

Existen también otras tácticas de guerra que nuestros oficiales deben recordar, tales como destruirle­s los pozos de petróleo y bombardear los puntos clave de sus edificios gubernamen­tales.

¿Acaso ya tenemos protección de la Casa de Nariño?, ¿del Capitolio?, ¿de nuestras bases militares?, ¿de nuestros puertos, aeropuerto­s y de nuestras ciudades?

¿Podríamos dormir tranquilos, dejando la puerta franqueada para la entrada del Caballo de Troya, seguidos de los bárbaros de Atila?

Nota final: las opiniones de este escrito son hipotética­s. No deben tenerse en cuenta porque las relaciones de Colombia con todos los países del mundo, en la actualidad, se encuentran en óptimas condicione­s de amistad y de intercambi­o comercial.

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