La comedia de la draga
Si analizamos la actuaciones de los últimos gobiernos nacionales en relación con la draga que debe tener y permanecer en el río Magdalena, especialmente en el Puerto de Barranquilla y su desembocadura, si analizamos estas actitudes, decimos, la primera conclusión es que estamos viendo desde hace muchos años una película barata. Posiblemente una comedia, pero de mal gusto. Si hay una serie de hechos que retratan el centralismo capitalino administrativo contra la Costa Caribe, el río Magdalena y su destino de primera vía fluvial del país, es el manejo que por decenas de años hemos presenciado lleno de errores, evasivas, trancones deliberados.
Desde que tenemos uso de razón los mayores hoy día podemos dar fe de que esta lucha por tener una draga óptima permanente es una lucha caracterizada por lo estéril. Por eso cuando vemos hace unos días las nuevas promesas del presidente Santos de la implementación definitiva e impulso final a la APP pendiente para el caso no podemos hacer otra cosa que pensar que es una promesa más. La historia reciente es patética: el 19 de mayo de 2017 se radicó el último documento de la APP en el Ministerio de Hacienda. Bajo el marco jurídico de la ley primera de 1991, la ‘mamadera de gallo’ de la mayoría de los ministros de esta cartera está comprobada.
Los magníficos ejecutivos jóvenes que llevan el peso del tema en este momento en la ciudad, después del caso Odebrecht, son altos representantes costeños de una nueva generación que quiere seguir luchando por su país, su región, su ciudad y la simple lógica económica administrativa de una ciudad puerto como Barranquilla. Las gestiones de los doctores Varela, Puche, Carbonell y Plata merecen alto reconocimiento ciudadano. Pero se ignoran en Bogotá por ese centralismo asfixiante que como el tema es por allá lejos, donde hay carnaval, eso puede esperar.
Los atropellos suceden uno tras otro. Ya empezamos a observar y a vivir las consecuencias de la ausencia de estudios sobre el curso de las aguas previos a la construcción del nuevo puente, nadie los conoce porque no existen. Inclusive desde estas columnas hace más de un año presentamos un derecho de petición que ni siquiera fue respondido. La lucha de Cormagdalena es prácticamente heroica porque es quien tiene la carga de este trámite. Pero frente a los muros que les ponen en Bogotá cada paso que se da es casi un imposible.
No obstante, luchar contra la marea nos llena de orgullo, lo mismo que poder manifestar que las entidades perjudicadas con el caso Odebrecht, necesitadas para su desarrollo de una nueva draga, ya han realizado los primeros pasos para adquirir o arrendar ellos directamente una máquina de este tipo que ayude a resolver de una vez por todas y para siempre esta problemática. No es una tarea fácil, menos ahora que una nueva promesa del Presidente, que no cumple, las anuncia y viene a crear otras expectativas. La estupenda gestión del gobernador y el alcalde al frente de esta situación no obstante nos llega como una fuerte voz de aliento. La otra voz de aliento que no nos llega es la de los congresistas de la Región. ¿Por qué?