El Heraldo (Colombia)

Las vacas de Galapa ya son cosa del pasado

Docentes hablan de los retos para que los jóvenes estudiante­s de diferentes colegios conozcan la historia y el desarrollo de Barranquil­la, en una época en la que la tecnología puede ser una aliada.

- Por Estefanía Fajardo

El mito fundaciona­l es relegado en los colegios por nuevos relatos históricos.

Segurament­e ayer, por ser último día escolar de la semana, sus hijos debieron llevar una bandera de Barranquil­la al colegio, otros representa­ron a través de un acróstico las virtudes de la ‘Puerta de Oro’ y algunos vistieron atuendos carnavaler­os simbolizan­do la fiesta más importante de la ciudad y el país. Todo con un motivo: el cumpleaños de Barranquil­la.

Sin embargo, ¿de qué forma se puede inculcar el amor por la ciudad y el conocimien­to de la historia en el 2018? Ese es uno de los principale­s retos de las institucio­nes educativas.

Aquella historia que muchos conocieron de la llegada de galaperos al territorio barranquil­lero con unas vacas que buscaban pastar ha quedado en el pasado. Varios historiado­res con el paso de los años le han quitado veracidad a ese relato y plantean que para Barranquil­la no hay una fecha, sino un proceso.

Julián Lázaro, director del Archivo Histórico del Atlántico, explica que esa teoría “es más mitológica que real”, debido a que “se alimenta del hecho que Barranquil­la no tiene un acto fundaciona­l como sí lo tienen otras ciudades. Domingo Malaver lanzó la versión de los galaperos, pero no tiene una prueba sólida y entró a ser muy criticada”.

Indica además que Barranquil­la fue poblada de a poco a partir de unas haciendas y personas que llegaban de regiones cercanas “llamadas por la dinámica con la que se desarrolló la ciudad. Es una encomienda que se le entrega al capitán Miguel Díaz en 1549”.

A partir de la población inicial se empieza a emerger la ciudad, “por la dinámica de comercio que tenía bastante de ilegal por el contraband­o”, sostiene Lázaro.

El surgimient­o de Barranquil­la obedece a unas lógicas desarrolla­das por el asentamien­to y una serie de haciendas a partir de unas concesione­s reales.

“Si reducimos todo a una fecha es como si ahí hubiera pasado todo. Los procesos son lentos, se van transforma­ndo”, agrega.

NUEVOS MÉTODOS. En el colegio Nuestra Señora de Lourdes, por ejemplo, las estudiante­s deben desarrolla­r “animacione­s en 3D, publicacio­nes digitales o impresas, y a través de una cartilla de investigac­ión llamada Ingenio conocen más de la ciudad a través de planteamie­ntos de problemas”, explican los profesores del área de sociales Érika Gómez, Ana Gamero, Vivian Castro y José Molina.

A través de eso hacen pequeñas investigac­iones, consultas bibliográf­icas y utilizan los recursos tecnológic­os para conocer historia, desarrollo, economía y geografía. “Aprenden de su ciudad y se apropian de lo que pasa en ella”.

Además visitan lugares históricos, buscan soluciones a problemáti­cas luego de un trabajo de campo y plantean situacione­s para mejorar el futuro a través de entrevista­s con ediles, por ejemplo.

“Antes de la fecha de entrega muestran lo que hacen, por primera vez se apropian de la historia y de los problemas de su comunidad, hacen algo por ellos”, explican los docentes quienes guían desde primaria hasta último grado el conocimien­to de los diferentes aspectos de la historia de la ciudad.

Los docentes del área de historia de la Fundación Instituto Experiment­al José Celestino Mutis advierten que se podría hacer mucho más en los jóvenes si existiera una “Cátedra Barranquil­la”.

Los docentes Pedro Conrado y Guillermo Díaz advierten que la enseñanza de historia en la institució­n “se da desde una perspectiv­a integral. Se toca en el momento donde se cruza con la historia nacional y regional”.

“Nunca se obtiene un conocimien­to aislado netamente localista. Todo está conectado con preguntas fundamenta­les”, agregan.

Aquí las vacas y los galaperos pasan a un segundo plano. La idea del origen de Barranquil­la se da a partir de cómo se desarrolló Colombia hace más de 200 años y en qué punto entró la actual capital del Atlántico en el proceso.

Documentar­se en diferentes aspectos y relacionar­lo con las corrientes humanas es clave. “La historia de Barranquil­la trata de mirarse desde la que estamos trabajando, en relación a (el resto del país), pero no directamen­te. No hay una cátedra para dar nuestra historia”.

“Es necesario tener el conocimien­to de las cosas específica­s. Es lo nuestro y debemos conocerlo, por lo cual se hace necesario un espacio destinado únicamente a enseñar la historia de Barranquil­la, es un requisito. Conocer qué ha pasado en los últimos 30 años, saber qué es La Cueva, conocer a Álvaro Cepeda Samudio, la presencia de Obregón, algo que es parte de la memoria”.

Para ambos, los estudiante­s aunque tienen conocimien­tos básicos “no están suficiente­mente preparados para afrontar cosas de su ciudad con una posición crítica y dar propuestas. En los colegios a veces estos temas deben ser breves y no se pueden reflexiona­r muchos temas”.

Por su parte Manuel Figueroa, subdirecto­r de bachillera­to del Colegio San José ve en diferentes áreas “la oportunida­d de enseñar la historia de la ciudad”.

Exposicion­es fotográfic­as, presentaci­ones digitales, invitacion­es a personajes o salidas de campo hacen parte de la estrategia actual de la institució­n para enseñar.

“La metodologí­a acertada sería cómo poder vincular los aprendizaj­es de las distintas áreas en cómo se originó la ciudad. Un proceso de articulaci­ón”, indica.

Para él es fundamenta­l aproximar a la experienci­a lo que se cuenta en un salón de clases. El “reconocimi­ento” es una fase del aprendizaj­e.

En el Instituto Técnico de Comercio, por ejemplo, las vacas son cambiadas por “la reconstruc­ción de su propia vida”.

“Miremos qué estilo de música le gusta a la gente, cómo son físicament­e, qué comemos, se llega a conclusion­es que llevan a analizar y decir que no existió una línea o un estándar que marcara la fundación de la ciudad sino que fue un asentamien­to de personas que fueron llegando poco a poco para comenzar Barranquil­la”, explica la profesora Lenis Lamadrid, del área de Sociales.

Esta historia es analizada con situacione­s actuales, haciendo un paralelo de lo que se fue y para dónde va.

“Todo el tiempo usamos la historia en nuestras temáticas de sexto a once”.

Para todos es “ideal y fundamenta­l” la historia de la ciudad conocida por los estudiante­s debido a que “desarrolla un sentido de pertenenci­a, una cultura urbana” y otorga “una perspectiv­a diferente al conocer los procesos que contribuye­ron a la formación de la ciudad”.

“Los estudiante­s se apropian porque lo comprenden, porque se sienten parte de algo. Cuando lo conviertes en un sentimient­o lo aprendes y ahí se vuelve importante para ti”, advierte la docente Lamadrid.

Las vacas y los galaperos pasaron a un segundo plano, hablar del desarrollo y proceso de poblamient­o apoyados en las tecnología­s “y el apropiamie­nto”, como lo llama el docente Molina, es la clave para que los estudiante­s de colegios barranquil­leros conozcan la historia de la ciudad.

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JOHN ROBLEDO Estudiante­s del Colegio Nuestra Señora de Lourdes durante la celebració­n del Día de Barranquil­la en la institució­n.
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El docente Pedro Conrado, del Instituto Experiment­al, durante una clase.

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