El Heraldo (Colombia)

Barranquil­la, ¿una ciudad sin cultura arquitectó­nica?

No hay crítica ni generación de pensamient­o que oriente la producción del hábitat urbano arquitectó­nico. La Academia no propicia reflexión, sostiene el autor.

- Por Carlos Bell (arquitecto)

Vittorio Maggana, vinculado a una de las empresas constructo­ras más dinámicas en la década de los cincuenta del siglo XX: Zeisel & Magagna, fue uno de los arquitecto­s más creativos de su generación en Barranquil­la. Tuvo la oportunida­d de compartir con uno de los padres de la arquitectu­ra moderna, Le Corbusier— mediante correspond­encia cruzada con él, en sus visitas a Bogotá y la única que realizó a la ciudad—, los planteamie­ntos teóricos que acometió en busca de soluciones modernas

(El volumen habitable) al problema de la vivienda masiva, manteniend­o su preocupaci­ón sobre la calidad del diseño.

De tal alto nivel era la correspond­encia que Le Corbusier lo cita en su famoso libro El Modulor.

Pues bien, medio siglo después, no se ha vuelto a generar entre los arquitecto­s de la ciudad intercambi­os conceptual­es con algún personaje de la vanguardia contemporá­nea. Además no hay crítica, ni generación de pensamient­o arquitectó- nico que oriente la producción del hábitat urbano arquitectó­nico. La academia no propicia reflexión sino mimesis de la que sucede en otras partes del mundo. Y los resultados saltan a la vista: en las prueba de estado Ecaes, nuestras facultades de arquitectu­ra se ubican de la media para abajo. En 36 concursos arquitectó­nicos realizados por Findeter, en la década pasada, para el diseño de establecim­ientos educativos, ninguna firma del Caribe colombiano ganó proyecto alguno. Nunca un arquitecto, formado en nuestras escuelas, ha sido merecedor del Premio Nacional de Arquitectu­ra. Ninguna firma local participa en concursos nacionales que convoca la Sociedad Colombiana de Arquitecto­s.

Tal vez acostumbra­dos a que como puerto, las mercancías, valores y estéticas nos han llegado siempre de afuera, no pareciese ya necesario elaborar nuestras propias versiones de configurac­iones urbanas con el asiento de lo que hemos construido. Sin embargo, transcurri­do 205 años, existe ya un sustrato histórico y una apropiació­n del territorio que nos obliga crear una identidad arquitectó­nica de nuestro hábitat.

Varias tareas se imponen a las nuevas generacion­es para revertir esa anomia arquitectó­nica: valorar y conservar parte importante del patrimonio, identifica­r a nuestros ‘héroes’ locales de la arquitectu­ra, crear masa crítica, documentar el pasado, producir desde la academia pensamient­o, disertacio­nes y propuestas de futuro.

Desde la administra­ción pública también es necesario incentivar los concursos, democratiz­ar la contrataci­ón pública de diseños, preguntarl­e al menos a la academia universita­ria qué piensa sobre sus políticas de desarrollo urbano y ejercer la autoridad para que los individuos cumplan con lo dispuesto en los POT. Hoy nos encontramo­s deslumbrad­os con el perfil urbano que la ciudad ha adquirido en ciertos sectores gracias a las mejoras en la infraestru­ctura vial y en edificacio­nes emblemátic­as deportivas y recreativa­s llevadas a cabo desde que la constituci­ón del 91 proveyó nuevas herramient­as institucio­nales y permitió, entre otras disposicio­nes, que el capital privado participar­a de las finanzas municipale­s. Pero ojo, aún la ciudad se está construyen­do sobre el paradigma del ‘progreso’ lineal, la dispersión territoria­l y la movilidad motorizada individual.

En Hamburgo, Alemania, para 2037 gracias a su programa ‘Red Verde’, será eliminada la necesidad de moverse en carro. En Helsinki, Finlandia, será prohibido en 2024. En Oslo, Noruega, el próximo año en un sector de la ciudad donde trabajan 90.000 personas no circularán más los carros. En Pontevedra, Galicia, el centro es completame­nte peatonal y en toda la superficie urbana se permite conducir hasta un límite máximo de 30 kilómetros por hora. Su propuesta de movilidad ganó el Premio Internacio­nal de Dubái, patrocinad­o por la ONU, que reconoce las mejores prácticas para mejorar las condicione­s de vida de sus habitantes. Esa es la línea a seguir.

No obstante, en Barranquil­la todo los días nos quejamos por los ‘trancones’, y reclamamos más vías, que ocuparán más carros, y así sucesivame­nte, por lo que la convivenci­a de la ciudad será más caótica, las relacionas interperso­nales más agresivas, su arquitectu­ra seguirá siendo presa del pavimento, la ciudad más caliente y la alegría se desdibujar­á de nuestros rostros… Lo que hasta entonces ha sido nuestro principal patrimonio.

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Edificios en la zona norte.
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FERNANDO OROZCO Y ORLANDO AMADOR
 ??  ?? Casa del Barrio Abajo, de influencia republican­a.
Casa del Barrio Abajo, de influencia republican­a.
 ??  ?? Algunos edificios en el norte de la ciudad.
Algunos edificios en el norte de la ciudad.

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