El Heraldo (Colombia)

Dos jóvenes, electrocut­ados cuando cogían mangos de árbol

Javid Fábregas, de 16 años, y Diego Barrios, de 18, falleciero­n al recibir una descarga eléctrica de un cable en el barrio El Esfuerzo.

- Por Lorayne Solano Naizzir

Javid Fábregas, de 16 años, tocó con una vara un cable que pasaba entre el ramaje y recibió la descarga. Su amigo Diego Barrios murió al intentar ayudarlo. El hecho, ocurrido en Soledad, reabre el debate sobre la seguridad de la red eléctrica y las podas.

El colegio Nuestra Señora del Carmen, ubicado en el barrio El Esfuerzo, del municipio de Soledad, cerró sus puertas ayer en señal de luto, pues uno de sus alumnos de noveno grado falleció el lunes en la tarde tras recibir una descarga eléctrica cuando bajaba mangos de un árbol, a dos cuadras de la institució­n.

Javid Fábregas López había salido de su casa diez minutos antes de morir. “Él fue a hacer una tarea en la casa de una compañera. Había llegado del colegio, dejó el celular cargando, cogió una galleta y se fue; le dije que viniera a hacer las tareas a la casa y me dijo que no se iba a demorar, pero mi ‘pelaíto’ no volvió”, dice Wendy Fábregas, madre del joven de 16 años.

En su casa, varios de sus compañeros ocupan el espacio de la terraza y otros se atreven a entrar a darles una palabra de aliento a Wendy y a la otra mamá que tuvo Javid, su abuela. Los uniformes color beige con blanco y negro se pasean por la casa que frecuentar­on tanto. “Javid era un gran compañero: era colaborado­r y recochero, siempre estaba pendiente de todos nosotros”, comenta Néider Ahumada, un compañero de clases.

Su abuela está sentada en una mecedora con los pies dentro de una ponchera con agua y en la cabeza pañitos fríos que le ayudan a regular la presión. Sus ojos no dejan de llorar y su mirada impávida se pierde en la pared del fondo. “Se puso muy mal, se le subió la presión. Estamos rogando para que se estabilice porque esta noticia le puede dar algo”, dice una vecina, mientras la consuela.

Javid estaba con Diego Armando Barrios Carrillo, su amigo de toda la vida, a dos cuadras de su casa, en la carrera 8 Sur con calle 21, cuando, al bajar unos mangos con una vara, recibió una descarga eléctrica de un cable. “Me dicen los vecinos que pidieron permiso para coger mangos, pero otras personas aseguran que un vecino les pidió el favor que se subieran para que descargara­n el árbol. Diego se subió primero, le pasaron una vara y cuando estaba tumbando lo alcanzó la corriente. Como mi hijo vio, trató de ayudarlo y también se pegó. Diego murió primero”, cuenta la madre.

Explica que estaba cocinando en el momento que escuchó los gritos de una vecina avisándole del accidente. “Salí corriendo como una loca, descalza y a medio vestir. Gritaba, pedía auxilio para que me ayudaran, pero no se pudo hacer nada porque todo por ahí tenía corriente. Pasó un rato largo para que lo bajaran, pero fue tarde: ya botaba espuma con sangre por la nariz y no tenía signos vitales”, solloza Wendy.

Diego Armando estaba “muy contento” porque el viernes pasado había cumplido 18 años. “Lo recuerdo feliz. Antier llegó a la casa diciendo: ‘Ya llegó el mayor de edad, me tienen que respetar’, y se reía. Tenía muchas ganas de salir adelante para ayudar a su familia. Yo todavía no puedo creer que esté muerto”, añade Geraldine Cervantes, prima de la víctima.

Cursaba décimo grado en el colegio Santander de Soledad y al mismo tiempo hacía un curso de mecánica diésel. “Cada vez que venía acá me decía que iba a ser el papá de mi hija porque yo soy madre soltera. Él quería salir adelante para ayudarme con la niña, para que a ella no le faltara nada”.

Javid y Diego habían sido amigos desde niños, como recuerda Wendy; salían e incluso habían estudiado en el mismo plantel. “Ellos andaban para arriba y para abajo y murieron al mismo tiempo. Mi hijo era inquieto de subirse a los árboles y eso, pero era muy buen pelao, atento. Todos los vecinos tenían que ver con él porque era muy colaborado­r, estaba trabajando en una tienda por aquí despachand­o en las tardes, pero le dije que no fuera más porque estaba descuidand­o los estudios”.

Los vecinos de El Esfuerzo denuncian que los cables de los postes pegan con los árbusetas boles y son un peligro inminente. “Ya habíamos llamado a Electricar­ibe para que viniera a solucionar esto y mire, tenían que morirse ellos para que nos hicieran caso. Pedimos que poden todos los árboles para que esto no vuelva a pasar”, afirma Arnold Mendoza, un habitante del sector.

“Ya no vamos a tener a Javid en el salón. Es muy triste porque siempre estaba pendiente de sacarnos una sonrisa. Era muy bueno con todos nosotros y duele”, dice Paula Díaz, una de sus amigas del colegio.

ACCIONES. Ayer, en horas de la mañana, la Alcaldía de Soledad envió un carro de Ingeniería Furel para que podara los árboles en el lugar donde ocurrió el hecho. Entre tanto, Electricar­ibe lamentó lo sucedido a través de un comunicado de prensa. “La empresa invita a las personas a respetar las distancias de seguridad con la infraestru­ctura eléctrica para evitar accidentes”.

De igual forma, “hace un llamado a terceros a coordinar cualquier trabajo en cercanía con las líneas eléctricas, teniendo en cuenta que esta labor solo puede ser adelantada por personal especializ­ado previo el cumplimien­to de estrictos protocolos de seguridad”.

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Javid Fábregas
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Diego Barrios
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JOHNNY OLIVARES Junto a este árbol falleciero­n los dos jóvenes. Fue podado por la empresa Furel.
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Javid Fábregas y Diego Barrios en Carnaval.

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