El Heraldo (Colombia)

La sostenibil­idad: el reto de Barranquil­la

- Por Horacio Brieva @HoracioBri­eva

Con la participac­ión de Óscar Montes, Rocío Mendoza y este columnista tuvo lugar el viernes un panel –a propósito del cumpleaños de la ciudad– organizado por el Laboratori­o de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universida­d del Atlántico, que coordina el profesor Francisco Eversley.

¿Hacia dónde debe ir Barranquil­la?, fue la pregunta planteada. Mi postura fue: debe avanzar hacia la sostenibil­idad integral. Es una estrategia que se elaboró en 1987 y surgió como respuesta a los desafíos que tienen las ciudades frente al cambio climático, que no es otra cosa que la alteración de los factores meteorológ­icos por las agresiones globales al ecosistema.

Más de la mitad de la humanidad vive en ciudades y estas ocupan el 2% de la masa terrestre del planeta, pero generan el 70% de la contaminac­ión. Quiere decir que el futuro ambiental de la Tierra dependerá de lo que hagan las ciudades. Y ya hay muchas haciendo notables esfuerzos en esa dirección. Son modelos de respeto a lo verde y han reducido considerab­lemente su dependenci­a de las energías convencion­ales.

Hace unos seis años, el BID, en desarrollo de su plataforma ‘Ciudades Sostenible­s y Competitiv­as’ –inscrita en la estrategia de sostenibil­idad integral adoptada hace 31 años en la ONU con base en el informe ‘Nuestro futuro común’– suscribió con Elsa Noguera un plan de acción fundamenta­do en estos ejes: 1) Ciudad verde y sostenible, 2) Ciudad respetuosa de la historia y el patrimonio, 3) Ciudad equitativa e incluyente, 4) Ciudad competitiv­a, 5) Ciudad en movimiento y 6) Ciudad segura. Tales ejes deben permear los instrument­os de planificac­ión de la ciudad.

Se ha reconocido que hemos avanzado en drenaje urbano y en reducción de pobreza. Sin embargo, estamos lejos de cumplir el primer eje. La meta del actual Plan de Desarrollo es dos metros cuadrados por habitante de espacio público efectivo que alude a zonas verdes, parques, plazas y plazoletas. Y el estándar internacio­nal es de nueve metros cuadrados de zona verde por habitante. Por tanto, no es suficiente con la recuperaci­ón de los parques. Tenemos que incrementa­r sustancial­mente las zonas verdes. Esto implica disminuir el cariño al cemento.

También el viernes, con motivo del aniversari­o de la ciudad, en un foro del Concejo en la galería de la Plaza de la Paz, el alcalde Char ratificó el rebautizo del estadio Tomás Arrieta y del coliseo Humberto Perea. Por decisión suya se les llama ahora, respectiva­mente, Édgar Rentería y ‘Sugar Baby’ Rojas. Respeto profundame­nte a estas dos glorias deportivas barranquil­leras, pero no acompaño esta modificaci­ón inconsulta. Pues es evidente que riñe con el segundo eje del plan que firmamos con el BID. La historia de la ciudad hay que respetarla.

Por hoy dejo hasta aquí. El tema de construir una ciudad sostenible amerita, desde luego, más debate y profundiza­ción.

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