Sueños son
Por diez segundos, una voz tararea Claro de luna, la hermosa pieza de Chopin. En el París de 1860, el inventor francés León Scott de Martinville, que soñaba con reproducir la voz humana, logra esa primera y brevísima grabación, 17 años antes de que Edison invente en los Estados Unidos el fonógrafo.
Hasta ese momento nadie había podido escuchar música grabada. Hoy en día sería imposible vivir sin ella, casi tanto como vivir sin sueños.
Soñar es un proceso mental involuntario en el que se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria, en relación, casi siempre, con experiencias vividas por el soñador.
Decía el escritor y ensayista norteamericano Joseph Epstein:
No elegimos nacer. No elegimos a nuestros padres. No elegimos nuestra época, el país de nuestro nacimiento, o las circunstancias inmediatas de nuestra crianza.
No elegimos, la mayoría de nosotros, el morir; tampoco elegimos la hora y las condiciones de nuestra muerte. Pero dentro de este reino de falta de elecciones, creemos elegir cómo vivir. Lo que podría ser otra ensoñación, también.
Soñar no cuesta nada, pero una persona que duerme en promedio 8 horas diarias y vive aproximadamente 75 años echa literalmente al saco alrededor de 25 años de su vida. Al saco, dije, o a los sueños. Y aquí recuerdo aquella frase del dramaturgo británico William Shakespeare: Un hombre que no se alimenta de sus sueños suele envejecer muy pronto.
Los sueños más nítidos incluyen escenas, personajes, lugares y objetos. Puede haber sueños en cualquiera de las fases del dormir humano, pero los episodios más elaborados y mejor recordados son los que están en la llamada fase REM, cuando el soñador tiene rápidos movimientos de los ojos, en el último tramo del ciclo de su reposo nocturno.
Los recuerdos que se mantienen al despertar son muy sencillos: una imagen, un sonido, una idea, o muy elaborados.
Dicen los que saben que una manera de tomar control sobre el sueño y aprovecharlo es convertirlo en sueño lúcido.
Ser consciente de soñar le da al soñador la posibilidad de controlar, no solo sus acciones, sino el contenido y el desarrollo de sus sueños.
Y existen técnicas para lograrlo. La capacidad de reconocer y controlar los estados oníricos se menciona en textos budistas del siglo séptimo. En Occidente se ha estudiado el fenómeno, en condiciones de laboratorio, desde fines de los años 70.
Por último, también soñamos despiertos proyectos, esperanzas, metas de nuestra vida real. Porque siempre imaginamos primero, antes de hacer.
En nuestra música hay pruebas. Tras haber soñado con una hermosa niña que él conocía, el extraordinario músico soledeño Francisco ‘Pacho’ Galán se despertó una mañana para crear y musicalizar Ay, cosita linda.
Existe una grabación en la que Pacho tararea esa, su más popular canción. Gracias a la tecnología de grabación y de conservación, su voz perdurará y jamás envejecerá.