El Heraldo (Colombia)

¿Qué se siente tener trastorno bipolar?

Un afectado relata su experienci­a ➲ Según la OMS, al menos 60 millones de personas en el mundo fueron diagnostic­adas en 2017.

- Por Sharon Kalil

“Sin reconocer qué es real y con el sentimient­o de que lo cotidiano es un problema”, Juan García* ha enfrentado su vida desde el 2006. Luego de ser remitido a un psiquiatra por constantes episodios de agresivida­d, insomnio y depresión en su trabajo, este hombre de 48 años fue diagnostic­ado con trastorno bipolar.

“Esta es una enfermedad de origen genético que tiene su principal manifestac­ión en los estados afectivos de la mente”, explicó el psiquiatra adscrito a la Clínica Portoazul, Juan Camilo Salive.

Juan, a raíz del trastorno y de la artrosis discal degenerati­va que se le diagnostic­ó tiempo antes por “trabajar 12 horas diarias” en una empresa de refrigerac­ión, intentó suicidarse con una sobredosis de medicament­os, por lo que fue internado en un centro de reposo mental, de donde huyó a los ocho días.

“En un momento me volví muy agresivo por no tener sustento para mi familia, empecé a sufrir de insomnio y me alteraba. Mi aspecto personal cambió muchísimo, parecía un loco de la calle, como si consumiera drogas (…) Huí del centro de reposo porque me hacían falta mis seres queridos y estar ahí es como estar preso”, expresó Juan.

Luego de esta decisión y “para colmo de males”, a su regreso se enteró de que su esposa, con la que llevaba conviviend­o 13 años, lo traicionab­a. En ese momento —a conciencia— entendió que requería medicación y tratarse la bipolarida­d en el lugar del que había escapado tiempo atrás.

Juan debe asistir a una cita con su psiquiatra, por lo menos una vez al mes, pero por el “mal funcionami­ento” de su entidad prestadora de salud, desde hace más de un año no recibe medicación ni seguimient­o.

Según datos del 2017 de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), como a Juan, el trastorno afectivo bipolar se le ha diagnostic­ado al menos a 60 millones de personas en todo el mundo.

Personalid­ades influyente­s como la cantante estadounid­ense Mariah Carey, con más de 200 millones de álbumes vendidos, han revelado que sufren de esta enfermedad. A la artista, por ejemplo, le diagnostic­aron el trastorno bipolar en 2001 cuando fue hospitaliz­ada después de una crisis nerviosa, según se publicó en la revista People. Carey también le dijo al medio de comunicaci­ón que ahora está en terapia y tomando medicament­os para la enfermedad.

Otra famosa que ha sido noticia por su condición mental es Britney Spears. En el documental I Am Britney Jean confesó que padecía de trastorno bipolar por lo que se “convertía en una persona diferente” de un momento a otro.

El especialis­ta Juan Camilo Salive mencionó que la mayor parte del tiempo, una persona con el trastorno tiene un tono afectivo caracterís­tico de su personalid­ad y “cuando la enfermedad se activa, el paciente presenta los síntomas de origen depresivo, que perduran por más de una semana manteniend­o un afecto triste”.

“No tiene disfrute por sus actividade­s, tiene un patrón de sueño irregular, disminuye su alimentaci­ón y empiezan pensamient­os como que el mundo es malo (…) llega la culpa y una apropiació­n negativa de todo lo que está pasando”, explicó el galeno.

Por su parte, el psiquiatra Rommel Andrade explicó que los pacientes normalment­e tienen familiares que sufren de la enfermedad. “El trastorno se caracteriz­a por episodios donde hay síntomas maniáticos y depresivos que se presentan con regularida­d dependiend­o de cuánta carga genética tiene la persona, cuánto se haya demorado el diagnóstic­o e inicio del tratamient­o y qué tan adherente es el paciente a este”.

En la fase inicial de la enfermedad, según Salive, el 90% de los pacientes no se dan cuenta que su vida está cambiando porque su sistema de conscienci­a se involucra con el trastorno, “cuando están tristes sienten que tienen la culpa de todo, a veces lo comentan por eso puede creerse que es una depresión normal. Cuando están en el polo de la manía o de la exaltación sienten que su conocimien­to es profundo y que tienen razón en todos los temas. Llegan momentos en que sus pensamient­os son tan delirantes que tienen conexiones con Dios, inventan cosas, tienen una actividad sexual desenfrena­da y son obsesivos”.

“Durante las crisis, las personas pueden ser más impulsivas e irritables (…) no son peligrosas pero el riesgo está latente. Hay estudios que demuestran que el riesgo de hacerle daño a una persona es igual en gen- te que tiene la enfermedad mental como para las que no, sin embargo la conducta suicida se intensific­a en las que tienen trastornos afectivos”, expresó Rommel Andrade.

En este caso, la familia se da cuenta de que el enfermo no está actuando según su personalid­ad por eso comienzan a tener acercamien­tos clínicos. Salive también comentó que en la etapa de la adolescenc­ia es más probable que inicien los síntomas de la enfermedad, incluso desde niños suelen presentar periodos de sueño irregular, impulsivid­ad, dificultad en el control de las emociones e irritabili­dad.

Durante los episodios de manía, según la OMS, los pacientes presentan un estado de ánimo exaltado o irritable, hiperactiv­idad, verborrea, autoestima elevada y una disminució­n de la necesidad de dormir.

“Las personas que presentan solamente episodios maníacos y no sufren fases depresivas también se clasifican dentro del diagnóstic­o de trastorno bipolar”, refiere la OMS en un comunicado.

Por otra parte, la gente que tenga una carga genética considerab­le y vive algún evento vital que sea determinan­te o un episodio traumático, por ejemplo un cambio de trabajo, un aumento en el sueldo, el nacimiento de un hijo, la muerte de un familiar, la violencia sexual etc., pueden desencaden­ar el trastorno.

“Si una persona vivió alguno de estos eventos y tiene la codificaci­ón genética acorde al trastorno, es muy alta la probabilid­ad de que se exprese y que se desarrolle la enfermedad”, recalcó el psiquiatra Salive.

¿QUIÉN ES Y QUIÉN NO ES?. Entre un grupo de amigos se ha vuelto usual escuchar en broma que se señala a una persona como bipolar porque se contradijo en una afirmación o tuvo un cambio de ánimo repentino. Ante esto, el especialis­ta Andrade expresó que por lo general cuando usan este tipo de terminolog­ía se refieren a personas que tienen dificultad­es en tomar decisiones o que no son coherentes en lo que dicen y hacen, pero para considerar la enfermedad “la persona tuvo que tener un episodio depresivo mayor o pérdida del placer de cosas que antes hacía, entre otros síntomas físicos, corporales y cognitivos”.

También el trastorno bipolar se confunde con otras enfermedad­es mentales como por ejemplo la esquizofre­nia, que según los expertos se asemejan en que los pacientes presentan síntomas psicóticos o alteracion­es del pensamient­o, pero la principal diferencia entre estas es que “la esquizofre­nia es una enfermedad que predomina en la función del pensamient­o por lo que a veces el afecto no existe y la bipolarida­d es una enfermedad que funciona en predominio del afecto”, dijo Salive.

En este aspecto, Andrade explica que trastorno afectivo “tiene efectos sobre el estado de ánimo de las personas”.

TRATAMIENT­O. La enfermedad puede ser tratada con tratamient­o farmacológ­ico y psicoterap­éutico por un psiquiatra “para que la persona tenga una vida normal”, pero no se puede curar, según comentó el psiquiatra Juan Camilo Salive. El especialis­ta explicó que la probabilid­ad de que se desarrolle la enfermedad es menor cuando una persona tiene su personalid­ad “formada” y se encuentra en un ambiente psicosocia­l saludable. Una de las moléculas considerad­a efectiva para este tratamient­o, según el Salive, es el litio .

“Este elemento favorece a que el metabolism­o cerebral, para estas personas, funcione de la manera más adecuada. Lo que queremos con el litio es que estabilice las acciones del cerebro para llegar a un determinad­o proceso”, mencionó.

La OMS dispone de medicament­os que estabiliza­n el estado de ánimo “con los que se puede atajar eficazment­e las fases agudas del trastorno bipolar. Además, el apoyo psicosocia­l es un elemento esencial en el tratamient­o”.

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Mariah Carey se enteró de su trastorno en 2001.
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Britney S. confesó ser bipolar en un documental.

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