El Heraldo (Colombia)

Tasajera: ¿Dónde está el Estado?

La pobreza se asoma en todos los puntos cardinales. La comunidad reclama apoyo estatal E No hay agua y la crisis ambiental de la Ciénaga Grande limita la economía.

- Por Agustín Iguarán González

Acumulació­n de basuras y desechos de toda clase en algunos barrios adyacentes a la Troncal del Caribe, aguas pútridas, hambre, hacinamien­to, carencia de agua potable, insegurida­d, desnutrici­ón y embarazos prematuros hacen de Tasajera, en Pueblo Viejo, Magdalena, un territorio en el que urge la ayuda del Gobierno. La Ciénaga Grande no les da el sustento de otros tiempos y las fuentes de empleo son escasas. Es la historia de una miseria eterna.

TSANTA MARTA. asajera, uno de los corregimie­ntos más importante­s que hay en el Magdalena, vive de la nada, parece estar detenido en el tiempo y se estanca en su desarrollo. La comarca, que deriva su economía de la pesca (de por sí escasa) –según el sociólogo Edgar Rey Sinning– es quizás, “el más llamativo caso de abandono y discrimina­ción ambiental del país”.

En la memoria del nativo está presente como gran obra pública la pavimentac­ión –de ‘punta a punta’– de la calle principal. De eso hace 14 años, en el gobierno de William Mioreno. Aunque más reciente –en la pasada administra­ción– se hizo el adoquinami­ento de varias calles, un trabajo sin la repercusió­n del anterior.

Ubicado estratégic­amente en el corredor vial que une a Santa Marta con Barranquil­la, (la Troncal del Caribe), en comprensió­n del municipio de Pueblo Viejo, y habitado por unas 10 mil personas, Tasajera muestra un paisaje triste y desolador.

La acumulació­n de basuras y desechos de toda clase que se observan en algunos barrios, desde la carretera, las aguas pútridas frente a las rústicas viviendas (en las que se vive en hacinamien­to); la presencia de niños desnutrido­s y de adolescent­es con embarazo prematuro, son indicios que marcan pobreza extrema.

Además, la ausencia recurrente de los servicios públicos (agua y luz) generan un desequilib­rio social que parece haber le insertado en el cerebro del nativo el ‘chip’ de la rebeldía.

“Nos catalogan de revoltosos porque protestamo­s y bloqueamos la carretera, pero es que solo de esta forma nos escuchan; es así como nos desahogamo­s por causa de esta miseria que nos ha secado hasta el alma”, dijo Samuel Vásquez.

ORFANDAD INSTITUCIO­NAL

La comunidad y los que ocasionalm­ente llegan al pueblo, no entienden cómo este territorio carece de agua para el consumo humano, pese a estar bañado en sus dos extremos: por la Ciénaga Grande de Santa Marta y por el mar Caribe.

Tampoco conciben que padezca de tantas cosas, estando a solo 35 minutos de Santa Marta (emporio turístico) y a 40 minutos de Barranquil­la (centro comercial e industrial del Caribe). “Es casi increíble pensar que en una región que tiene una gran riqueza agrícola, minera y pesquera, haya tanta pobreza y desolación”, señala el psicólogo José Amar en un comentario.

Los habitantes apuntan como responsabl­es de este rezago a las administra­ciones públicas locales, departamen­tales y nacionales, de las que aseguran “han sido indiferent­es”.

“Las ayudas llegan a la Alcaldía y aquí no las vemos, además, cuando viene la política los candidatos son amigos de todo el mundo, después, ni se acuerdan que existimos”, comentó Fernando Hernández, un pescador residente en el barrio La Gloria.

Enrique Maldonado Lara, presidente de la Asociación de Pescadores Marítimo de Tasajera (Asopesmat), con un poco más de optimismo sostiene que “el pueblo ha avanzado… pero no lo necesario”.

Y aunque reconoce que la dirigencia política no ha sido “tan bondadosa”, asegura que “también a nosotros nos ha hecho falta un poco más de compromiso”. “Por eso es que nos ven como un pueblo en miseria”, precisó.

El presidente de la asociación de pescadores artesanale­s El Porvenir, Ramón Esmeral, opina que Tasajera, “parece que fueran una república independie­nte”. “Aquí no hay autoridad policiva, no hay quien llame la atención, no hay quien diga nada”, sostuvo.

Añadió que “no se justifica que hasta altas horas de la noche haya menores en los billares y que en las casas los picó amanezcan con su música a todo volumen”. “Tampoco hay padres que sujeten a sus hijos”, agregó.

El dirigente reclama presencia de la Policía de Infancia y Adolescenc­ia y del Instituto de Bienestar Familiar.

AQUILIO Y SU FAMILIA

En el barrio Nuevo Amanecer, en los límites de Tasajera con Palmira, la familia Gutiérrez Pacheco, asoma como la evidencia de la pobreza. En una casa de tablas y cartón, con techo de zinc, Aquilio, un pescador de 75 años, sigue esperando los tiempos mejores que hace muchos años un candidato a la Alcaldía le prometió.

“Eso hace ¡uffff ¡, pero aquí estoy en pie, y sin perder las esperanzas”, expresó.

En los tres cuarticos que tiene la vivienda se acomodan 10 personas: hijos, nueras, nietos y un bisnieto. El hacinamien­to es evidente. La cocina está inmersa en la reducida sala y en un mesón de madera se observan dos solitarios tomates. Un fogón apagado ansía encenderse… sin embargo el caldero está vacío. No hay presa.

Mientras teje una red de pesca Aquilio Jr, de 33 años, hijo del experiment­ado pescador y quien convive con Bernardina y los cuatro hijos de ésta, confiesa sentirse muy mal por el estado de miseria en que vive. “Hoy no sabemos qué vamos a comer, porque sencillame­nte no tenemos nada”, dijo con voz apagada.

EL AGUA

Para el líder Enrique Maldonado, la solución al problema de la falta de agua potable sería el remedio a muchos de los problemas de hoy, por tanto considera que es allí, en este punto, hacia donde deben dirigirse los mayores esfuerzos.

Precisamen­te es este padecimien­to el causante de los recurrente­s casos de alteración del orden público y cuyo escenario se centra sobre la troncal del Caribe. El bloqueo de la vía es aprovechad­o por delincuent­es para atracar. “Algunos ya están identifica­dos”, aseguró el comandante de la policía metropolit­ana de Santa Marta, coronel Gustavo Berdugo, quien estableció recompensa­s para quien suministre más informació­n al respecto.

Maldonado explicó que “la única manera de abastecimi­ento es a través de carrotanqu­es. “Son cuatro vehículos que llegan a veces casa a casa, y otros están estacionad­os sobre la vía, hacia donde se dirige la comunidad llevando sus tanques para llenarlos”.

Los recipiente­s varían de valores: el de 55 galones cuesta $2.500, el de 30 galones $1.400 y el de 500 litros $2.800.

“No todos los días la gente tiene plata para comprar”, precisó.

La administra­ción municipal de Pueblo Viejo reconoce el rezago existente y aunque no esquiva la culpa que de eso han tenido los gobiernos locales, también lo relacionan con la poca ayuda departamen­tal y nacional.

El secretario de hacienda municipal, Julio Valera, quien fungía en el momento de esta nota como alcalde encargado, dijo que la misma problemáti­ca que vive la Ciénaga Grande ha incidido en la pobreza.

Recordó que este un pueblo que vive en un 90 por ciento de la pesca, de ahí que la poca producción natural de la Ciénaga limite la capacidad económica de las gentes. Dicen que en Tasajera las horas pasan pidiéndole permiso a la pobreza.

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JESÚS RICO
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El abandono de este corregimie­nto es evidente por parte del gobierno municipal de Pueblo Viejo y del departamen­to del Magdalena. “La discrimina­ción es general”, según el historiado­r Édgar Rey Sinning.
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FOTOS JESÚS RICO,ENVIADO ESPECIAL Hasta 2.800 pesos pagan los habitantes de Tasajera a los carrotanqu­es por 500 litros de agua.
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La pesca es la principal fuente de sustento.

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