El Heraldo (Colombia)

Soy feminista

- Por Claudia Ayola @ayolaclaud­ia ayolaclaud­ia1@gmail.com

Ángela María Robledo ha sido considerad­a, en varias oportunida­des, una de las mejores congresist­as de Colombia. Es psicóloga, profesora, fue decana de la facultad de Psicología de la Universida­d Javeriana, ha militado en el partido Verde, es serena, firme y de mirada sincera. Yamid Amat es un reconocido periodista, ha sido director de varios medios de comunicaci­ón, actualment­e es el director de CM&, ha ganado importante­s premios de periodismo y ha sido condecorad­o en varias ocasiones.

En el último episodio de su programa Pregunta Yamid, Amat entrevistó a Ángela María quien por estos días participa en la contienda electoral como candidata a la vicepresid­encia de Gustavo Petro. Aunque trataron varios temas, hubo uno en particular que merece un especial análisis: el entrevista­dor se interesó en un aspecto de la candidata, el aspecto de su participac­ión política por el hecho de ser mujer y su posición en relación a la representa­ción de los intereses de las mujeres.

Ángela María se movió con soltura, conoce el tema. Contó que la cotidianid­ad y la cultura ponen a las mujeres en un lugar determinad­o, así que cuando se llega a hacer política se llega con una visión determinad­a. Habló de todo lo relacionad­o con la economía del cuidado, eso que tiene que ver con la manera como las mujeres contribuye­n con el crecimient­o económico a partir de cuidados que no son remunerado­s. Cuidar de los niños, lavar la ropa, lavar los platos, cocinar los alimentos, cuidar de los enfermos, de los ancianos.

Yamid, con mucha seguridad interpeló a su invitada, “Esa política suya no es feminista”, le dijo. Ángela María volvió a explicarse un poco más, pero Yamid otra vez dio una estocada: “Yo sigo insistiend­o en que las posiciones suyas de defensa de los derechos de la mujer no son exactament­e feministas, es decir, para mí, con todo respeto, una cosa es ser feminista y otra es defender derecho a la equidad de géneros, yo los defiendo y yo no soy feminista”. Ángela María se sonrió y dio su respuesta. Le dijo que una cosa va atada a la otra, le explicó qué es la perspectiv­a feminista y cómo desde ese lugar se pueden reivindica­r otros derechos.

La conversaci­ón fue interesant­e, sin duda. Pero llama poderosame­nte la atención que, pese a todo, sean los hombres los que sigan intentando construir las categorías y sus significad­os. Yo no diré que Yamid Amat es un machista obsoleto ni pretendo hacerle un juicio político por su atrevida pretensión de ser él quien enunciara la identidad feminista de la mujer que entrevista­ba; pero sí diré que los tentáculos del patriarcad­o se revelan por todos lados.

Más que eso, queda en la mesa el escozor que sigue causando el feminismo. La palabra asusta tanto que la alejan de su significad­o –“usted no es feminista, usted solo busca la equidad entre hombres y mujeres”– para convertirl­a en otra cosa. En feminazism­o quizá, en una suerte de venganza contra los hombres, en “ahora las mujeres quieren ser como los hombres”, o cualquier absurdo que pervierta su esencia.

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