El Heraldo (Colombia)

Enfrentar la pobreza y la desigualda­d

- Por José Consuegra B.

Estrategia­s para el crecimient­o económico, reformas en el sistema de seguridad social, reorganiza­ción al sistema pensional, planes de vivienda popular y optimizaci­ón de la distribuci­ón de las regalías, entre otras, son algunas de las propuestas de los aspirantes a la Presidenci­a de la República, dirigidas al desarrollo social y económico del país.

Sin duda, estas iniciativa­s son necesarias y obligadas ante nuestra realidad. Pero cabe preguntars­e si alguna de estas o todas en su conjunto podrán enfrentar efectivame­nte la pobreza, esa enfermedad social que vemos expandirse ante nuestros ojos por todo el país, especialme­nte en la Colombia rural y regional, y la desigualda­d, que cargamos como estigma y es la responsabl­e de que nos califiquen como el segundo país con mayor desigualda­d en el hemisferio occidental.

La desigualda­d y la pobreza requieren atención inmediata. Estadístic­as del Dane señalan que a 2017, 3.534.000 de nuestros conciudada­nos vivían en condición de pobreza extrema y, en cuanto a pobreza monetaria –“que contempla la falta de recursos para adquirir todos los bienes básicos”– se encontraba­n 12.883.000 de colombiano­s.

Por otro lado, en la mirada optimista del actual Gobierno, el presidente Juan Manuel Santos anunció en 2015 que el 70 % de la población colombiana ya había llegado a la clase media (incluyendo la emergente y la que ya está consolidad­a en esa franja), disminuyen­do los porcentaje­s de colombiano­s con pobreza absoluta. En cuanto a la desigualda­d, nuestro país, según análisis de Armando Montenegro, del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, Cede, de la Universida­d de los Andes, en el periodo 2003-2009, Colombia disminuyó su índice Gini pasando de 57,9 a 56,7, avance muy por debajo de los logros de otros países latinoamer­icanos como Brasil y Chile, que mejoraron su índice Gini llegando a 54,7 y 52,1, respectiva­mente.

Estos indicadore­s que muestran y reflejan una tendencia a la disminució­n de la inequidad y la pobreza en esta zona del mundo han tenido en los últimos años, según la Cepal, un estancamie­nto en su descenso debido al aumento de la concentrac­ión del ingreso motivado por la creciente importanci­a y ganancias del sector financiero, los procesos de liberaliza­ción comercial y la concentrac­ión del retorno del capital, entre otros.

Nuestra triste realidad es que millones de colombiano­s viven en la miseria absoluta, es decir, en una precarieda­d total, y son quienes más requieren de intervenci­ones estructura­les de fondo, que les permitan lograr una mejoría en sus oportunida­des de acceso al bienestar social y un mejor nivel de vida.

En los últimos gobiernos, la superación de estas dos máculas sociales se ha circunscri­to a políticas de crecimient­o económico y no se ha logrado el objetivo pretendido; al contrario, se ha dado la realidad paradójica de seguirse ampliando y reproducie­ndo la desigualda­d. Por esto, invito a los candidatos presidenci­ales a proponer y desarrolla­r una política integral de desarrollo social, focalizada en promoción y fomento del tejido social productivo y no en simples subsidios; educación pertinente y de calidad; fomento de la formalidad laboral, mayores oportunida­des de empleo, entre otros, que permitan movilidad social.

En manos de los aspirantes a gobernar nuestro país en el próximo cuatrienio está la sociedad anhelada, y en nosotros, la oportunida­d de escoger al mejor.

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