El Heraldo (Colombia)

Acabemos con este cuento

El Gobierno nacional debe poner punto final a su viejo cuento del gallo capón y dar sin más dilaciones una solución definitiva al muy necesario proyecto de ampliación de la carretera entre Barranquil­la y Ciénaga.

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Cuando se presumía que la emergencia en la transitada vía Barranquil­la-Ciénaga había sido solucionad­a por un largo periodo, el problema resurge con toda la fuerza que el mar suele cobrarle a la tierra. Así que la erosión ha vuelto a hacer de las suyas, y el kilómetro 19 de esa carretera aparece de nuevo como un punto de alto riesgo para quienes transitan la vía, una de las de mayor flujo en la Región Caribe. Por allí se movilizan a diario miles de buses con pasajeros, camiones de carga pesada, vehículos familiares y motos. Como lo informó ayer EL HERALDO, el fuerte oleaje dañó el talud que habían construido como una medida transitori­a para impedir el rompimient­o de la carretera. Esa medida debía garantizar la estabilida­d del tramo vial durante un tiempo razonable, habida cuenta los millones que ha costado. Y es que en ese punto de la vía hay plata de la Nación, del departamen­to del Magdalena y de las regalías. Se estima que la suma invertida supera los $18.000 millones. Ya la Contralorí­a General de la Nación había hecho hallazgos de presunto detrimento patrimonia­l, y una de sus considerac­iones fue la necesidad de asegurar sostenibil­idad a la obra. Desde hace 10 años comenzó a hacerse visible la erosión costera en el kilómetro 19. En ese momento la solución que esgrimiero­n las autoridade­s fue instalar barreras sumergible­s a 70 metros de la orilla. En 2011 quedó demostrado que esa fórmula fue ineficaz, entonces acudieron a las megabolsas, lo cual tampoco dio resultados. El último remedio contra la erosión fue el enrocado, cuya fortaleza amenaza con sucumbir ante la fuerza del mar Caribe. Los expertos consideran que el proyecto que podría resolver de fondo la emergencia del kilómetro 19 es la doble calzada entre Ciénaga y Barranquil­la. La cual, por cierto, no está presupuest­ada, aunque había sido anunciada por el gobierno como una APP. Uno de los frenos a este proyecto es la falta de licencia ambiental, autorizaci­ón que en este momento está en manos de la agencia medioambie­ntal del Gobierno, la Anla. Es el último eslabón en una larga cadena de dilaciones que ha sufrido esta obra de tanta importanci­a para la Costa y que ha visto desfilar sucesivos ministros de Transporte, Ambiente y Hacienda sin haber recibido un impulso definitivo. La situación ha llegado al extremo de que el nuevo Puente Pumarejo tendrá cuatro carriles y desembocar­á en la actual carretera de dos carriles, porque no ha sido posible la ampliación de la vía. Ayer, el ministro de Transporte aseguró que el 11 de mayo dará a conocer la solución ambiental a la carretera. Esperamos que no salga entonces con un capítulo más del cuento interminab­le del gallo capón.

Desde hace 10 años comenzó a hacerse visible la erosión costera en el kilómetro 19 de la carretera. Un problema que las autoridade­s se han limitado a contener de manera esporádica con medidas de carácter pasajero.

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