El Heraldo (Colombia)

ANÁLISIS

El próximo presidente saldrá de la medición de fuerzas electorale­s entre la izquierda de Petro y la derecha de Duque. Habrá una segunda vuelta de odios y no de afectos.

-

ÓSCAR MONTES

¿Y ahora qué sigue? Esa es la pregunta que se hacen millones de votantes, luego de conocerse los resultados de la primera vuelta presidenci­al, que dio como ganador a Iván Duque (7.569.693) y a Gustavo Petro (4.851.254) como el candidato con la segunda votación del país. Eso significa que habrá segunda vuelta el próximo 17 de junio y de ahí saldrá el sucesor de Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño. El tercer lugar lo ocupó Sergio Fajardo (4.589.696) -muy cerca de Petro-, el cuarto fue para Germán Vargas Lleras (1.407.840) y el quinto para Humberto de la Calle (399.180).

De los hechos llamativos de la jornada electoral de ayer, uno de los que más se destaca en lo que tiene que ver con la Región Caribe es el triunfo de Petro en cuatro departamen­tos: La Guajira, Atlántico, Córdoba y Sucre. También hay que resaltar la debacle del Partido Liberal en una zona que fue durante muchos años uno de sus fortines electorale­s. De igual manera es llamativa la escasa votación de Vargas Lleras en departamen­tos y capitales donde esperaba una masiva votación.

El triunfo de Petro en la Región es sin duda un “voto castigo” a la clase política tradiciona­l, que no ha sabido satisfacer las mínimas necesidade­s de un amplio sector de la población, que se sintonizó con su “discurso salvador”. Es también un voto contra la corrupción, bandera que Petro enarboló en una región donde este fenómeno alcanza cifras astronómic­as.

Al premiar a Petro con sus votos, la Región Caribe le cobró a la clase política tradiciona­l sus estrechos vínculos con organizaci­ones criminales, como los llamados grupos paramilita­res. De hecho, ganó en Sucre y Córdoba, departamen­tos donde la llamada “parapolíti­ca” tuvo gran protagonis­mo hace algunos años. Como senador, Petro denunció a varios congresist­as que terminaron en la cárcel, como Álvaro García Romero en Sucre.

Las elecciones de ayer también fueron una cachetada para el Partido Liberal, tanto en la Región Caribe como en el resto del país. Del glorioso liberalism­o no queda casi nada. El Partido Liberal prácticame­nte ha dejado de existir. El candidato De la Calle apenas alcanzó 400.000 votos, una cifra demasiado precaria para el partido político con más presidente­s en la historia de Colombia. ¿Quién responde por la debacle? ¿Qué se hicieron los votos liberales? ¿Cómo llegó el partido político con más arraigo popular del país a tener un candidato presidenci­al con una votación similar al margen del error? ¿Qué tiene que decir el presidente del partido, César Gaviria Trujillo?

Otro perdedor de la primera vuelta presidenci­al es -sin duda- Vargas Lleras, que apostó su suerte a la maquinaria de la clase política, que le falló, como le ha fallado a muchos candidatos presidenci­ales, entre otros a Alfonso López en 1982, cuando le ganó Belisario Betancur. “¿Qué pasó con los votos de la Costa?”, se preguntaba López, desconcert­ado, mientras esperaba unos votos que nunca llegaron.

Esa misma pregunta debió hacerse anoche el exvicepres­idente de Juan Manuel Santos, ante la pobrísima votación alcanzada, especialme­nte en Barranquil­la, ciudad en la que había depositado mucha esperanza. Quedó demostrado una vez más que la clase política de la región resuelve sus problemas en las elecciones parlamenta­rias de marzo, cuando salen elegidos al Congreso. Para la primera vuelta presidenci­al necesitan mucha ‘mermelada’ para aceitar la maquinaria. Ahora la pondrán al servicio del mejor postor, como hicieron con Santos hace cuatro años, luego de que perdiera en la primera vuelta con Óscar Iván Zuluaga.

Pero tanto De la Calle como Vargas Lleras también pagaron muy caro su cercanía con el presidente Santos, el mandatario más desprestig­iado en la historia de país. El primero fue su negociador en La Habana con las Farc y el segundo su vicepresid­ente. Ambos debieron cargar el pesado piano de ser “herederos” de un gobierno carente de respaldo popular. Que dicho respaldo sea justo o injusto, esa es otra discusión.

¿Y ahora qué sigue? Una segunda vuelta con resultado impredecib­le, así las encuestas -a las que ayer les fue muy bien, con contadas excepcione­s- digan otra cosa. Un triunfo holgado de Duque sobre Petro, como lo vaticinan varios sondeos, no es tan claro, por la sencilla razón de que los votos no son endosables y porque el comportami­ento del elector cambia de forma drástica de una vuelta presidenci­al a otra.

¿Qué candidato -por ejemplopue­de contar con los 4.588.300 votos de Fajardo? ¿Petro, que lo responsabi­lizó de la crisis de Hidroituan­go y que se llevó como su fórmula vicepresid­encial a Ángela Robledo, una ficha “verde” muy importante? ¿Duque, que tiene como máximo mentor a Álvaro Uribe, uno de los hombres más despreciad­os y combatidos por Claudia López, su fórmula vicepresid­encial? Cualquier candidato que cuente con esos votos, estará contando pajaritos en el aire.

Igual sucede con los otros candidatos perdedores. Los 400.000 votos de De la Calle -que tendrían a Fajardo en segunda vuelta, de haberse

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia