¿Qué pasó con la Costa?
Al promediar la noche del domingo 30 de mayo de 1982, el entonces candidato presidencial Alfonso López Michelsen preguntó: ¿Qué pasó con los votos de la Costa?
‘El pollo’ liberal obtuvo entonces 2.8 millones de sufragios contra 3.2 millo- nes del conservador Belisario Betancur.
Lo que suponía el hijo de López Pumarejo era que la región le había fallado.
Hoy volvimos al interrogante por cuenta del candidato Germán Vargas Lleras, quien confiaba en instalarse en la segunda vuelta con el apoyo regional.
La respuesta de hoy es diferente a la de hace 36 años:
1. El producto político. Con algo de arrogancia en el relacionamiento, que agravaban pasajes como el del coscorrón, Vargas Lleras aparecía como un producto convencional y poco atractivo para los electores. Aunque tenía un porte de estadista que refrendaban sus ejecutorias, necesitaba una estrategia de comunicación que espantara la asociación con la política tradicional y potenciara sus muchas fortalezas.
2. El discurso. Por cuenta de la guerra de información, el debate polarizó aún más al país. Aunque la realidad de tales extremos es relativa, la gente sí la creyó. A Vargas le tocaba caminar por el centro, pues ya las orillas tenían dueño. Aquí hubo un problema de identidad ideológica.
3. La candidatura. La aspiración de Vargas fue cantada con demasiada anticipación. Sus ejercicios como ministro y vicepresidente de la República, desde los que –hay que reconocer– gestionó buena parte de la moderna infraestructura que hoy tiene el país, estuvieron acompañados de la sospecha de una expectativa mayor. Como en política quien se lanza primero se expone más, tuvo que cargar con un desgaste mayor que el de sus opositores.
4. La ingratitud. En la Costa, Vargas le apostó a la reivindicación de ejecutorias. Ninguno como él había liderado un movimiento de inversiones tan impresionante. Pero los electores no están con quien los nombra sino con el que los puede destituir. No votan por las obras ejecutadas sino por las que pueden venir.
5. La vicepresidencia. Faltó la mujer. No es circunstancial que los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta hayan tenido compañeras y no un compañero de fórmula.
6. La agresividad. Los ataques en política no pueden hacerse con perspectiva de largo plazo porque terminan favoreciendo a la víctima. No estuvo mal cuestionar a Duque por su falta de experiencia, pero se hizo muy temprano.
7. Campaña perdedora. Cuando la campaña se dirigió a derrotar a Petro en primera vuelta, declaró su fracaso. Al que había que vencer era a Duque no a quien en los modelos de pronóstico aparecía como tercero.
De manera que la maquinaria política pudo funcionar y hacerlo, de hecho, con buen aceite, pero Germán Vargas Lleras es uno de esos productos políticos que son mejores gobernantes que candidatos. Y eso solo es culpa de él.