El Heraldo (Colombia)

¡Tú no eres pueblo!

- Por Haroldo Martínez

Fue una discusión amplia, seria y prolongada con un gran amigo, a partir de una frase mía en la que afirmaba que no iba a votar porque considerab­a que desde cuando tengo cédula –la cual me fue otorgada a los 21 años, en 1971, porque en esa época éramos considerad­os adultos a esa edad–, no sentía que ningún presidente o político en el país hubiera hecho nada por mí, ni como miembro del pueblo ni como profesiona­l de la medicina; por tanto, no esperaba nada al respecto en estas nuevas elecciones, de hecho, tenía muchos temores por lo que pudiera suceder independie­nte de quién fuera elegido como presidente.

Él, como muchas personas y políticos en el país, tienen un concepto peyorativo de la palabra “pueblo”, pues, equivale a la gente que no trabaja, que no tiene posibilida­des, los pobres, para decirlo en una sola palabra. Y como yo trabajo como médico y tengo un salario, soy un privilegia­do, según su punto de vista. Evitamos hablar de mis condicione­s laborales en la actualidad y nos centramos en la discusión sobre esa palabra desde un punto de vista más amplio al que se tiene.

Le dije que la suya era una opinión desde una visión de túnel del concepto, ya que, de manera general, pueblo se refiere al conjunto de personas que habitan un país, región o lugar y, desde el punto de vista político básico, hace referencia a todos aquellos que forman parte de un Estado sin que haya distincion­es de ninguna índole. Le pedí que me explicara que cuando nos referimos al “pueblo colombiano” de qué estamos hablando, para ver si llegábamos a un acuerdo mínimo, porque cuando yo escuchaba a un presidente o político decir que se postulaban para un determinad­o puesto “para ayudar al pueblo”, yo siempre me sentía excluido y, por tanto, sin posibilida­des de ser escuchado con el fin de exponer mis necesidade­s.

Buscamos diccionari­os sociológic­os y filosófico­s para entender de lo que decíamos cada uno y por qué esta confusión. Pues, resulta que, al parecer, se origina desde la Antigua Grecia donde “demos”, es decir, el pueblo, era sujeto de atención primordial en un sistema político democrátic­o; sin embargo, allá mismo eran excluidos los niños, los esclavos, las mujeres o los extranjero­s. En Roma, había dos grupos sociales y políticos bien diferencia­dos, los cuales, juntos, constituía­n la República Romana: el senatus (Senado) y el populus (pueblo); es decir, los patricios y los plebeyos. Ahí empezó a preocupars­e mi interlocut­or, y con otras lecturas que le mostraban que yo no estaba tan errado.

Al final de la conversaci­ón él me agradeció que hubiéramos aclarado el punto, pero se mantuvo en que votaría por su candidato a la presidenci­a, y yo en mi postura de abstencion­ista porque no esperaba nada del resultado de las elecciones actuales. Nos dimos reconocimi­ento mutuo como personas que podemos discutir con altura y sensatez ante unas elecciones tan polarizada­s.

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