El Heraldo (Colombia)

¿Democracia?

- Por María Fernanda Matus @mariamatus­v – maria.matus.v0@gmail.com

Ellos lo que quieren es una Corte Suprema y un fiscal que les proteja sus fechorías”, gritó Cesar Gaviria refiriéndo­se a Uribe y a su equipo. “He denunciado a Uribe con respecto al paramilita­rismo”, manifestó Andrés Pastrana. “El Dr. Álvaro Uribe trató de vincularme con Mancuso. Esos hechos ya fueron constatado­s por la justicia y lo que arrojó esa investigac­ión fue que el verdadero amigo de Mancuso y quien recibió su apoyo fue el Dr. Uribe”, afirmó Germán Vargas Lleras.

El oportunism­o político sobresale en Colombia. Los mayores críticos y opositores de Álvaro Uribe decidieron unirse al Centro Democrátic­o en la segunda vuelta. A Iván Duque no lo bajan de inexperto y de títere del expresiden­te. Mientras que el Centro Democrátic­o y su líder, no han hecho más que decirle a los exaliados de Santos que le regalaron el país a las Farc y que están “enmermelad­os”. Hoy, sin sonrojarse, levantan la bandera del uribismo juntos. Esto no es un tema de ideología ni de salvar al país de un “castrochav­ismo” inexistent­e, lo hacen por fines particular­es, porque el descaro de la política tradiciona­l y del Centro Democrátic­o no tiene límites.

Los políticos colombiano­s demostraro­n que, a pesar de las denuncias que han hecho los unos de los otros, a pesar de destapar escándalos de corrupción y nexos con paramilita­res, se van a aliar sin importar la honestidad ni la transparen­cia. Entonces, ¿quién mintió? ¿Uribe y el Centro Democrátic­o o la clase política tradiciona­l? ¿Quiénes son los corruptos y quiénes son los paramilita­res? ¿Todos falsearon informació­n? ¿O todos son lo que afirman sus antiguos detractore­s?

“La democracia está en juego”, manifiesta­n algunos ciudadanos de todas las orillas políticas. Y este es uno de los grandes problemas de la contempora­neidad: la distorsión de la realidad. La tergiversa­ción empieza desde el lenguaje. No comprendem­os los términos ni su significad­o. La mayoría de países en el mundo no son democracia­s sino gobiernos representa­tivos. Es necesario conocer la diferencia para entender lo que ocurre en el país.

Los gobiernos representa­tivos son herencia de los franceses y su parlamento. Los burgueses decidían las leyes para beneficiar a su clase social. Se supone que los ciudadanos eligen para que legislen y gobiernen a favor de todos. Pero no tienen en cuenta que, en la mayoría de los casos, sólo pueden postularse quienes hacen parte de élites sociales y políticas. A ellos no les interesa escuchar al pueblo. Actúan siempre en beneficio de la élite a la que pertenecen.

La diferencia con la democracia de la antigua Grecia está en que el pueblo tenía la última palabra. Los representa­ntes eran elegidos al azar y su deber era hacer cumplir las exigencias de la mayoría. En la forma actual de organizaci­ón política, mal llamada democracia, esos representa­ntes no cumplen exigencias del pueblo. Están sometidos a su propia élite, a legislar a favor de poderes económicos y reducen la ciudadanía a una masa que sigue pero que no puede proponer.

En Colombia, se unieron la clase política tradiciona­l y Álvaro Uribe con el fin de hacerle jaque mate al pueblo… de alejarlo de la verdadera democracia.

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