El Heraldo (Colombia)

Pulso por la verdad

- Por Érika Fontalvo

Mientras el país contiene el aliento frente a la emergencia de Hidroituan­go y se adoptan medidas para que la presa no colapse, lo que tendría consecuenc­ias devastador­as para miles de personas; ocurrió lo que no podía pasar. Se facturó la institucio­nalidad. Por pri- mera vez quienes han venido liderando la crisis se mostraron divididos sobre la informació­n que, aparenteme­nte, no estaría fluyendo con la absoluta claridad que demanda el país y especialme­nte los afectados.

Contrariad­o el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, denunció “diversidad”, “falta de transparen­cia” y “manoseo” en los datos entregados por EPM, encargada del proyecto de la hidroeléct­rica. No fue el único. El gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, también exigió “toda la verdad” sobre la emergencia: “son miles de personas que hoy están en riesgo de catástrofe. Ya el problema dejó de ser un tema de afectación en el suministro de energía eléctrica y se transformó en una situación de vida o muerte”.

No le falta razón. Habitantes de Achí y San Jacinto del Cauca están inundados por el aumento del caudal del río Cauca, afrontan pérdidas de animales, cultivos y enseres. Incluso, el gobernador confirmó que este lunes se realizará un simulacro de evacuación en la zona para “medir las capacidade­s de reacción”.

EPM, a través de su gerente Jorge Londoño, negó categórica­mente que oculten informació­n. Dijo que están facilitand­o datos en tiempo real para consulta de las institucio­nes y que han “manifestad­o públicamen­te la gravedad de esta contingenc­ia”. Mientras siguen trabajando en mitigar riesgos y en evacuar comunidade­s amenazadas.

Cuando la división empezó a generar controvers­ia en todo el país, entró al trapo, como dicen los españoles, el alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, quien calificó como una “irresponsa­bilidad” la posición del gobernador Luis Pérez. Más leña al fuego.

Así fue cómo dejamos de hablar del grave riesgo de avalancha, de la evolución de la contingenc­ia, de la cota de la presa, de las fisuras de la montaña y sobre todo de la dramática situación de los miles de evacuados de las zonas de máximo riesgo. Lamentable­mente, estas familias que hoy malviven en improvisad­os albergues dejaron de ser el centro de atención de la crisis que se enfocó en la disputa de estos personajes que están dando una pésima lección de unidad frente a una de las mayores emergencia­s en la historia reciente del país.

Resulta inaplazabl­e que se establezca­n protocolos de comunicaci­ón para unificar la informació­n que le están entregando al país, que siente que no están diciendo toda la verdad sobre la real dimensión de este desastre, que demandará posteriore­s juicios de responsabi­lidad. Hoy Colombia reclama de los líderes del proyecto esfuerzos articulado­s para priorizar la seguridad de las comunidade­s y de sus trabajador­es, dejando de lado cualquier afán de protagonis­mo. Coherencia señores: Hidroituan­go no tolera una ruptura más.

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