En el limbo
En el marco de la Semana Iberoamericana de la Justicia Internacional que se desarrolla durante estos días en La Haya, uno de los temas primordiales de discusión es la Jurisdicción Especial para la Paz en Colombia, el papel de la Corte Penal Internacional y los desafíos pendientes frente a la materia. Ha sido interesante conocer de primera mano las posturas de personas como Kai Ambos o de la fiscal de la CPI, Fatou Bensuoda, frente a la actual situación que enfrenta Colombia. Principalmente, sobre la importancia de que los mecanismos previstos para limitar los espacios de impunidad cumplan con niveles destacados de efectividad.
Hasta la fecha, lo cierto es que la Jurisdicción Especial para la Paz, así como los otros puntos establecidos en el acuerdo no han tenido mayor evolución ni implementación, principalmente por una evidente falta de voluntad política y de compromiso, tanto de la sociedad civil como de las fuerzas políticas. Se comparó por alguno de los panelistas la ironía de una sociedad que mostró baja oposición para el proceso de Justicia y Paz, pero que se ha manifestado en contra del Acuerdo Final. Sin embargo, lo que para la sociedad internacional tiene poca lógica, para quienes vivimos el día a día de un país lleno de contradicciones morales, políticas e ideológicas parece ser el comportamiento usual de una nación que hasta la fecha no ha respondido de forma coherente frente a la diversidad de problemas que la agobian.
El país, en este punto, para no quedar en el limbo, más allá de debatirse si se vota por la izquierda o la derecha, de si quiere salvar su responsabilidad política votando en blanco, debe procurar por blindar desde lo político y lo social, toda posibilidad de dar un paso atrás en los avances que hemos tenido para alcanzar el fin del conflicto y el inicio hacia un país en paz. En esta medida, Colombia debe ser consciente de que no solo está decidiendo entre dos polos, sino que tiene en sus manos el futuro de millones de víctimas, de desmovilizados y de una sociedad civil que quiere cerrar un capítulo para empezar a construir otro desde otros principios y valores. Debemos buscar apoyo en la institucionalidad, pero también en una sociedad unida, para manifestar conjuntamente nuestra voluntad de seguir adelante y apostarle a la paz.