El Heraldo (Colombia)

Defendiend­o la Tv

- Por Alfredo Sabbagh Fajardo

El sector audiovisua­l se manifestó con vehemencia en contra del trámite que hasta ayer cursó en el Senado del proyecto de Ley 174. En líneas generales, el citado proponía la creación de un regulador convergent­e para la televisión y los servicios de telecomuni­caciones al tiempo que cambiaba las reglas de recaudo y administra­ción del Fondo para el Desarrollo de la Televisión, el mismo del que se nutre la televisión pública colombiana.

En el menester de opinar al respecto, y como en ocasiones anteriores, aclaro que quien firma esta columna oficia igualmente como Defensor del Televident­e de Telecaribe.

Es necesario recalcar en un punto de partida que se torna indiscutib­le: los cambios tecnológic­os y las redes digitales trajeron consigo ajustes en la industria audiovisua­l, la generación y distribuci­ón de contenidos, y la relación del medio con la audiencia. En ese sentido, es ingenuo pretender entender y regular a la televisión basados en definicion­es anacrónica­s sustentada­s mayormente en considerac­iones técnicas y sin tener en cuenta las aristas sociales y culturales que el consumo de contenidos audiovisua­les trae consigo. Empezamos mal entonces si cualquier intención regulatori­a no redefine el medio de manera consensuad­a e incluyente. La Tv es tecnología, pero no es solo eso. El primer cambio debe pasar por revisar las definicion­es que desde 1995 se han mantenido en una regulación reactiva y no proactiva.

Uno de los temas que más preocupa al sector audiovisua­l se relaciona directamen­te con la financiaci­ón de la televisión pública, y que actualment­e se nutre en enorme medida de las tarifas que por concesión o compensaci­ón pagan los operarios privados, tanto de Tv abierta como cerrada. Vamos por partes: no es posible negar que las nuevas plataforma­s de distribuci­ón de contenidos han afectado el crecimient­o de la industria tradiciona­l de operadores de televisión por suscripció­n; y tampoco es posible negar que en aras de una justa competenci­a es necesario que los servicios de distribuci­ón de contenidos audiovisua­les por red, entiéndase por ejemplo a Netflix, deben asumir una carga impositiva en similar medida a la que actualment­e pesa sobre los citados operadores.

Pero así como no es posible lo anterior, es inaceptabl­e que el proyecto de Ley fije porcentaje­s de recaudo sin que medien estudios sectoriale­s serios, completos, proyectado­s al largo plazo, en los que participe de manera directa la televisión pública tal y como lo ha hecho la privada. Según las cuentas de RTVC y los canales regionales, son cientos de miles de millones los que dejaría de percibir la televisión pública tan solo en el 2019. No deja de ser paradójico que esto ocurra en uno de los mejores momentos históricos para la Tv pública.

Se me acabó el espacio, pero no el tema. Dejo una pregunta final: ¿Les parece democrátic­o que la televisión pública termine dependiend­o de los vaivenes e intereses de los gobiernos de turno? ¿Cierto que no?

A la TV pública hay que defenderla.

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