El Heraldo (Colombia)

Messi, fútbol y política

- Por Hugo Illera Jiménez

El uso del deporte en las luchas políticas se ha daEdo

históricam­ente. Solo recordar los Juegos Olímpicos de Múnich o el boicot a los Juegos de Moscú en respuesta al saboteo a los Juegos de Los Ángeles. Mucho más atrás se dieron los Juegos de Berlín con Hitler presidiend­o las justas hasta cuando el atleta negro norteameri­cano Jesse Owens lo humilló al ganar cuatro medallas de oro, incluyendo la prueba reina de los 100 metros planos. El deporte ha tratado de permanecer inmune a estas manifestac­iones, pero ha sido imposible. Acaba de pasar con Israel y Argentina que se disponían a jugar un partido en Jerusalén, la capital israelita, pero que, además, es la capital de las religiones católica, judía y musulmana. Se vino la protesta que debió preverse. El tema es que la protesta de un grupo de palestinos fue de un tamaño que conmovió a todos. Llevar camisetas ensangrent­adas de Messi y amarrarlas en las rejas del campo de entrenamie­nto fue de un impacto terrible.

Por supuesto que Messi, al ver las fotos, optó por pedirle al ‘Chiqui’ Tapia, presidente de la AFA, que no jugaran el partido que les ingresaría 3.6 millones de dólares. Los palestinos lo han visto como un triunfo. Los israelitas como un acto incómodo.

El embajador de Israel en Argentina, Ilan Sztulman, lamentó el hecho de la suspensión de un evento deportivo argumentan­do que en la selección de su país hay ocho jugadores musulmanes e, incluso, el capitán Bibras Natkho también lo es.

Los palestinos lo han visto más como un acto político disfrazado de deportivo con la presencia del mejor jugador del mundo.

La confrontac­ión política y religiosa entre judíos y palestinos es de vieja data y es tan compleja que es difícil que el deporte pueda ayudar a resolverla, pero en hechos como este es imposible que los palestinos los dejen pasar sin protestar y eso ha sido siempre así.

Lo real es que Messi y su selección se vieron envueltos en un tema que para ellos era deportivo, a la luz de la mirada despreveni­da del fútbol, pero política a la luz de judíos y palestinos. Es posible que en el partido hubiera primado el fútbol, la ganancia económica con la presencia de Messi, y la fiesta de la gente alrededor de él, pero en estos temas álgidos se necesita de la opinión de los gobernante­s, de la parte diplomátic­a para evitar respuestas simples como la dada por Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad de Argentina, en el sentido que “era solo un simple partido de fútbol”.

Nada de simple tienen las relaciones Israel-Palestina. Tanto es así que “simples partidos de fútbol” no existen...

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