El Heraldo (Colombia)

La maldición del ‘oro negro’ en el corredor minero del Cesar

La Secretaría de Salud alertó sobre incremento de drogadicci­ón y violencia de género en esa zona.

- Por Miguel Barrios

Drogadicci­ón, prostituci­ón, violencia intrafamil­iar, abuso sexual en menores, alto número de ruptura de hogares son algunos los flagelos asociados con la bonanza carbonífer­a en Chiriguaná, El Paso, La Jagua y Becerril, en el centro del Cesar.

Drogadicci­ón, prostituci­ón, violencia intrafamil­iar, abuso sexual en menores y ruptura de hogares son algunos de los flagelos sociales asociados con la bonanza económica del carbón en el centro del departamen­to.

JVALLEDUPA­R ustiniano Ibarra tiene 70 años, de los cuales lleva más de 40 viviendo en La Jagua de Ibirico, en el centro del Cesar, reside a un lado de la carretera que conduce al corregimie­nto de Boquerón, por donde cada cinco minutos pasan las tractomula­s que sacan el carbón de las minas.

Al frente de su casa funciona un bar donde observa emborracha­rse a los trabajador­es que vienen cargados con fajos de billetes tras largas jornadas de labores en los yacimiento­s, rodeados de hermosas mujeres que ofrecen servicios sexuales, muchas de ellas de origen venezolano. “Esto está perdido”, expresa este curtido albañil, quien ha sido testigo de la transforma­ción social que ha tenido el pueblo con el boom del ‘oro negro’.

Reconoce que el carbón ha traído riquezas para algunos, pero también grandes males. “Este era un pueblo normal, la gente vivía de la agricultur­a y de manera tranquila, pero ahora son muchos los que han venido atraídos por la bonanza y con ello una descomposi­ción que antes no se veía; hay prostituci­ón, drogadicci­ón, delincuenc­ia, hogares destruidos, contaminac­ión y desempleo”, precisa Justiniano añorando los tiempos en que se ganaba la vida pegando ladrillos.

Y es que esta situación no es la percepción de un simple lugareño. La Secretaría de Salud del Cesar alertó sobre el aumento de los casos de drogadicci­ón, violencia intrafamil­iar e ideación suicida en el corredor minero que comprenden los municipios de Chiriguaná, El Paso con su corregimie­nto Loma de Calenturas, La Jagua de Ibirico y Becerril, donde se concentra la zona de explotació­n del carbón.

En el terreno, la Comisaría de Familia en La Jagua de Ibirico da cuenta de estas y otras realidades. “Diariament­e atendemos entre siete y ocho concilia- ciones, la mayoría por cuotas alimentari­as, violencia intrafamil­iar y liquidació­n de sociedad patrimonia­l, problemas de drogadicci­ón y algunas más delicadas como la violencia sexual en menores de edad”, dice con preocupaci­ón la comisaria Dinellys García Marrugo.

“Para nadie es un secreto que la mayor producción en La Jagua de Ibirico viene del sector minero, y son los trabajador­es los que se relacionan en gran parte de los casos”, precisa la funcionari­a, quien coincide en afirmar que cuando existe un mayor flujo de dinero, que además atrae a personas de distintas culturas, se presenta este tipo de situacione­s. “Tenemos incluso el consumo de bóxer, hemos identifica­do dos o tres casos, algo que antes en este municipio no se conocía”, dice.

UN CORREDOR DE ‘BABEL’. La bonanza del carbón ha convertido a los municipios mineros en un corredor de ‘Babel’, donde convergen personas de diferentes latitudes no solo del resto del país, sino de otras nacionalid­ades. EL HERALDO abordó a dos mujeres que llegaban a un burdel de La Jagua de Ibirico en busca de ‘trabajo’.

Dicen llamarse ‘Diana’ y ‘Patricia’, aseguran que ya venían de Loma de Calenturas, cerca de las minas de carbón, donde estuvieron una temporada. “Nosotras estábamos en Ciénaga (Magdalena), pero una amiga nos dijo que nos viniéramos para acá, porque aquí se mueve más el dinero”, precisó ‘Diana’. Como ella, son muchos los que han llegado en busca de oportunida­des de obtener dividendos de todo ese dinamismo económico que permite el ‘oro negro’.

En medio de esto también se desarrolla el comercio de todo tipo de productos, hay alquileres de habitacion­es, de casas; se ofrece lavado de ropa, alimentos y todo lo que pueda dejar ganancia por parte de los trabajador­es mineros.

Pero una de las situacione­s más preocupant­es, es que se presente violencia y abuso sexual en menores. De acuerdo con la comisaria de familia Dinellys García, los casos van en aumento y relaciona que en 2013 se atendieron 13, en 2014 fueron 16, en 2016 se incrementa­ron a 21, en 2017 a 33 y en lo que va de este año ya se contabiliz­an 26. “Tenemos algunos casos donde los presuntos abusadores trabajan en el sector minero”, afirma la funcionari­a. Reconoce que antes había una modalidad, que ya ha ido bajando, y es que “mamitas que se dedicaban a lavar uniformes y ropa de los trabajador­es mineros, cuando las iban a entregar mandaban a sus hijas de 12 y 13 años, les decían vaya con el short más corto, o dígale al señor que no tenemos para el almuerzo; y situacione­s como estas facilitan que estas personas consuman este tipo de delitos”.

¿TENER HIJOS CON MINEROS, UN NEGOCIO?. De las siete u ocho conciliaci­ones que a diario se realizan en la Comisaría de Familia en La Jagua de Ibirico, cinco en promedio tienen que ver con cuotas alimentari­as. Se trata de llegar a acuerdos sobre las exigencias que hacen mujeres que han tenido hijo y en algunos casos más de uno, con trabajador­es de las minas. “No es que los hombres estén incumplien­do, pero las mamitas al ver que los sueldos de sus excompañer­os son altos, piden un aumento del aporte que estos hacen para la manutenció­n de sus hijos”, dice García.

Aunque algunos trabajador­es de las compañías mineras afirman que esto se ha convertido en una especie de “negocio”, tener hijos con ellos para tener un ingreso mayor, la funcionari­a precisa que no se atreve a calificarl­o así, pero se presentan estos casos y relaciona uno que fue atendido en la dependenci­a donde una mujer madre de tres menores con padres diferentes, logró una cuota alimentari­a de $500.000 por hijo, lo que le representa $1.500.000 mensuales.

Uno de los trabajador­es, que solo se identificó como Julio, señala que aunque no es su caso, conoce a muchos de sus compañeros que han sido demandados por mujeres con las que han tenido hijos fuera del matrimonio. “Viven de eso, le tienen hijo a un trabajador y lo demandan, y con el tiempo le va gustando y vuelven a tener otro y cada hijo le representa un ingreso quincenal o mensual; esta es una situación que viene presentánd­ose en el corredor minero”.

De acuerdo con la Comisaría de Familia, unas 100 conciliaci­ones se realizan mensualmen­te en tema relacionad­o con la cuota alimentari­a. “Las mujeres vienen a reclamar un aumento de la cuota de alimento porque piensan que las que les están aportando es módica o insignific­ante y como ellos tienen un salario bastante alto entonces exigen que sea acorde a lo que devengan los hombres”, puntualiza Dinellys García.

LA PREVENCIÓN. Ante los diferentes problemas sociales que se han agudizado en el corredor minero, el secretario de Gobierno de La Jagua de Ibirico, Jhon Janer Molina, sostiene que desde la administra­ción, en coordinaci­ón con diferentes entidades, se ha venido trabajando en la prevención. En cuanto a los casos de drogadicci­ón, manifiesta que “tenemos programas con las secretaría­s de Cultura y Deporte, capacitand­o a 1.500 niños en la interpreta­ción de instrument­os musicales; en una villa deportiva fomentamos las diferentes disciplina­s, y vamos a los colegios llevando mensajes para evitar el consumo de sustancias sicoactiva­s y alcoholism­o”.

“Colocamos vallas en la población repudiando la violencia sexual, estamos combatiend­o el embarazo en adolescent­es y fortalecie­ndo la escuela de padres para que nos ayuden a reducir estos flagelos”, precisa, al tiempo que acepta que existe un crecimient­o demográfic­o por el carbón. “Llega mucha gente de diferentes culturas, algunos pendientes de un empleo, pero al no tener las competenci­as se quedan y desencaden­an este tipo de flagelos”, recalca.

Dice que La Jagua de Ibirico cuenta con un sistema de cámaras de seguridad que ha permitido contrarres­tar el microtráfi­co y con la Policía desmantela­r ollas de alucinógen­os y hacer capturas. “Seguimos trabajando en el control a estas situacione­s que se presentan, procurando por el buen desarrollo social del municipio”, puntualiza.

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NéSTOR DE áVILA El corredor minero está afectado por problemas de descomposi­ción social que han aumentado con la bonanza del carbón.
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La prostituci­ón es otro de los flagelos en el corredor .
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El comercio se mantiene siempre en actividad.
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Dinellys García
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Justiniano Ibarra

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