El Heraldo (Colombia)

EL CARIBE DECIDE (OTRA VEZ) LA PRESIDENCI­A

Al igual que hace 4 años, los votos de la Costa tendrán un notable impacto electoral, esta vez por razones diferentes.

- FRANCISCO MIRANDA H. @pachomiran­da

Colombia es indudablem­ente un país de regiones. Con respecto a la cultura, la gastronomí­a, los acentos, la música e incluso las tendencias electorale­s somos diferentes. La Costa Caribe, en particular, ha venido protagoniz­ando las más recientes jornadas electorale­s, en especial, las presidenci­ales. Particular­mente, hace cuatro años, en la segunda vuelta entre Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, cuando el aporte caribeño a la reelección presidenci­al fue crucial. En 2018 el voto de esta región volverá a ser protagónic­o pero en un escenario muy diferente.

Las maquinaria­s políticas de todo el territorio nacional fueron vitales en la recuperaci­ón del presidente Santos entre la primera y la segunda vuelta de 2014. No obstante, las caribeñas, lideradas por los hoy caídos en desgracia ‘Noño’ Elías y Musa Besaile, fueron las más abiertas y eficientes. Tras altísimas tasas de abstención en la primera vuelta, los caribeños salieron a las urnas con un entusiasmo digno de la mermelada santista: la votación total subió en aproximada­mente un millón de votos. En el Atlántico, departamen­to furiosamen­te gobiernist­a, los votos llegaron a un impresiona­nte 70%.

La Costa Caribe se pintó santista hace cuatro años y, sumado al apoyo de la izquierda y los verdes con fuerza en Bogotá, terminó por darle a la relección una ventaja de unos 900.000 votos. Lo cierto es que Santos ganó por la concurrenc­ia de muchos apoyos -unos ideológico­s, otros de opinión y otros clientelis­tas y de maquinaria­pero la percepción de que los votos caribeños reeligiero­n al presidente quedó pegada. De hecho, los cálculos vargasller­istas de la primera vuelta se sustentaba­n en la supuesta imposibili­dad de que una región tan marcadamen­te gobiernist­a e inclinada a Cambio Radical y al clan Char votara por los opositores uribistas y de izquierda.

Pero la primera vuelta de 2018 evidenció varios fenómenos en la Costa Caribe. El más impactante fue la debacle del supuesto cacique mayor de la región: el ex vicepresid­ente Vargas Lleras. El jefe de Cambio Radical fue incapaz de traducir gobernacio­nes, alcaldías de capitales y pueblos y la segunda fuerza del Senado y solo ganó en 13 municipios. La región que eligió a Santos y que voto Sí se partió en dos entre el uribismo y la izquierda. Solo unos 90.000 votos aproximada­mente separan a Gustavo Petro de Iván Duque en los ocho departamen­tos que conforman la región Caribe.

Que la Costa Atlántica sea un territorio en competenci­a electoral es novedoso. Con excepcione­s como La Guajira por Carlos Gaviria en 2006 y Magdalena por Álvaro Uribe en 2002, el comportami­ento del voto Caribe en las presidenci­ales es homogéneo y sintonizad­o con el ganador desde 2006. La irrupción tanto del uribismo como del petrismo ha desatado entusiamos y discusione­s políticas ajenas a las dinámicas regionales, más asociadas a los grandes caciques y las maquinaria­s aliadas al gobierno de Bogotá.

La actual geografía electoral contribuye a una mayor influencia para los votos del Caribe en la jornada del próximo domingo. El mapa político que dejó el plebiscito de la paz de 2016 dejó su marca en el mapa resultante de la primera vuelta del 27 de mayo. La candidatur­a de Iván Duque ganó en los bastiones uribistas tradiciona­les como Antioquia, el Eje Cafetero y el sur del país así como nuevas regiones como los Santandere­s y el Cesar. Gustavo Petro ganó en el Pacífico, Putumayo y el Vaupés. Sergio Fajardo ganó Bogotá, seguido de la Colombia Humana.

La joya de la corona de la victoria de la izquierda fue inesperada­mente el Atlántico y Barranquil­la, seguido de Cartagena y el departamen­to de Córdoba. Siguiendo las alianzas y los anuncios políticos de las últimas dos semanas, es muy improbable que los petristas pierdan la capital del país y ahí pueden sacarles muchos votos a los uribistas. Duque, por su parte, mantendrá márgenes cómodos en el corazón de las regiones más uribistas, la ‘Nación Uribe’, mientras retiene los santandere­s y se esforzará por no perder el Valle del Cauca, tercer mercado electoral del país.

Hay regiones del país donde una u otra campaña no aspiran ganar, sino minimizar la ventaja del contrario. Todo lo anterior pone al pulso por la Costa Caribe en primer plano de los cálculos electorale­s para la segunda vuelta. Teniendo en cuenta que la “tercería” en la región fue Germán Vargas y no Fajardo como en el resto del país, Duque partiría con una ligera ventaja sobre Petro si logra concretar buena parte de los votos vargalleri­stas.

El fenómeno Petro en la Costa Caribe, por su parte, no se puede minimizar. Hay entusiasmo en las bases por la candidatur­a de la izquierda y la sensación de derrota de las maquinaria­s sigue presente. Para poder contrarres­tar los votos de los bastiones uribistas, la campaña petrista necesita marcar distancia en Bogotá y ganar la Costa con amplio margen. Duque, ganando la Costa o perdiendo por pocos votos, le cierra el camino de la mayoría a su contendor.

Los votos de la Costa Caribe otra vez ayudarán a decidir al próximo presidente de la República. ¿Servirá de algo a la gente del común esta vez?

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ARCHIVO Electores en los comicios pasados en la IE Técnica Francisco de Paula Santander, en Galapa.

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