El Heraldo (Colombia)

Las matas de fique que le dieron nombre a un caserío

-

Tras pasar por Las Tablas, una trocha es la que conduce a Pita, un caserío habitado por 113 personas, quienes se tardan 10 minutos en carro o en motociclet­a para llegar ahí. Sin embargo, en días lluviosos el camino se convierte en barro capaz de atollar cualquier vehículo, por lo que ir a pie los tres kilómetros entre un corregimie­nto y otro es la mejor opción bajo estas condicione­s climáticas.

Sin el uso de los automotore­s, los transeúnte­s tardan hasta 42 minutos para llegar al otro lado de la montaña, donde está ubicado el pueblo con nombre de cabuya. Durante el trayecto, solo se escuchan a los campesinos dando machetazos a la siembra para cosechar yuca, aguacate, ñame, mango, entre otras hortalizas y frutas. Además, las vacas y los burros acompañan en el camino que se asemeja con una montaña rusa, debido a sus lomas de barro empinadas. El visitante primerizo solo cae en cuenta que va llegando cuando escucha el rebuznar de los asnos y la algarabía de los niños, mientras el sol canicular de las 12 del mediodía se asoma entre la espesa vegetación que cubre el camino.

Un monumento a San Roque en la plaza, la misma que fue testigo de la doble incursión del Bloque Norte de las AUC que dejó siete habitantes muertos, recibe a propios y visitantes a diario. Así como las casas de madera pintadas de verde y blanco, una de ellas con la leyenda “Pita es territorio de paz” da muestra de la tranquilid­ad que se respira en el pueblo desde que el conflicto armado no los volvió a afectar hace 15 años. “El miedo que antes tenía ha desapareci­do, pero esos malos recuerdos siguen latentes”, señala Orlando Romero tras indicar que uno de los siete asesinados por los paramilita­res era primo suyo.

Se sacude jocosament­e emulando a un perro y se prepara para hacer las pitas que saca de la mata de fique, el mismo término por el que se nombró al pueblo hace un poco más de 50 años. Minutos antes había enviado a Milton Rodríguez, un vecino, a traer cinco pencas de dos metros y medio, las cuales crecen a orillas de un manantial.

Se sienta en una banca, toma una penca y corta con un cuchillo afilado los bordes de esta, luego toma un palo de madera y machuca el cuerpo de la mata hasta que la cubierta se va resquebraj­ando y con ello sobresalen los hilos húmedos que saca poco a poco, al raspar con el mismo cuchillo los restos de la penca, y finalmente tejer los hilos para formar una pita.

“Cuando abrí mis ojos por primera vez, vi a mi abuelo haciendo pita”, dice Ana María Romero, quien se animó a sacar hilos mientras veía a Orlando explicar el proceso.

Solo un metro de pita cuesta $500, según manifiesta­n los que la tejen en ese instante. Y su uso depende de su grosor. Es decir que una pita elaborada con dos pencas podría usarse para hacer trampas de animales de monte o amarrar gallinas. Mientras que una pita hecha con más de dos pencas podría servir para la confección de mochilas.

Es así como esta actividad permite a las víctimas del conflicto distraer duros recuerdos.

 ??  ?? Milton lleva la mata de fique recién sacada de su raíz, ubicada en un arroyo.
Milton lleva la mata de fique recién sacada de su raíz, ubicada en un arroyo.
 ??  ?? Secuencia ilustrativ­a del proceso para sacar la pita de la mata de fique.
Secuencia ilustrativ­a del proceso para sacar la pita de la mata de fique.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia