El Heraldo (Colombia)

Caterine, la figura que siempre gana

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La estampa atlética de Caterine no tiene punto débil en su anatomía: alta, sus piernas son largas, larguísima­s en el movimiento que sale de la pista, pisa el terreno como una exhalación, parte hacia la etapa final y logra sus victorias.

Estamos eufóricos por la victoria en Oslo (Noruega) de Caterine Ibargüen, la esfinge morena, que sale en una pista atlética para competir en salto triple y para convertirs­e en campeona mundial.

Caterine tenía hasta el otro día una rival en salto triple oriunda de Venezuela y, hay que admitirlo, tan buena como la saltadora colombiana, pero esta vez en el que queremos registrar la victoria colombiana, la chica venezolana no sabemos qué le ha pasado.

Afortunada­mente -estos tiempos son para el atletismo colombiano una obra exquisita registrada en las pistas del atletismo mundial como un testimonio de triunfos colombiano­s- quedaron atrás los registros de atletas colombiana­s que quedaban invariable­mente en las postrimerí­as de los últimos lugares.

El salto triple tiene su encanto y su peligrosid­ad, porque a través del

tiempo se han registrado lesiones en triples saltistas de varios países. El único saltador que no tuvo lesión alguna tanto en prácticas como en competenci­as oficiales, se llamó Humberto Perea, un atleta que maravilló en su tiempo, pues nunca tuvo un entrenador que le enseñara la mecánica del salto triple, ya que la cultivó viendo a otros atletas en las competenci­as, a las cuales él asistía, pero en pruebas de velocidad. Humberto (lo hemos dicho, para adelantarn­os a los babiecas que viven a la caza de una repetición como si el mundo fuera a caerse desplomado) entrenaba solo en la pista de polvo de ladrillo del estadio Municipal, hay que llamarlo así porque otros babiecas pero de escritorio vivían obsesionad­os con el “Municipal”, para colgárselo­s a cuánto escenario apareciera en nuestro horizonte deportivo.

Pero volvamos a Caterine

Ibargüen, quien se encuentra lista y presta para ganar otra medalla de oro en el próximo Campeonato Mundial de Atletismo. Ya dejó Colombia punto atrás en los resultados como ocupante de los últimos lugares, que maldita sea tan pobre denominaci­ón indefectib­lemente ligada a nuestros resultados de ayer.

La estampa atlética de Caterine no tiene punto débil en su anatomía: alta -parece una esfinge, pero eléctrica- sus piernas son largas, larguísima­s en el movimiento que sale de la pista atlética, pisa el terreno como una exhalación, parte hacia la etapa final para registrar sus victorias.

Caterine (casi diríamos que no se necesita ponderar sus condicione­s atléticas) ha de volver del próximo Campeonato Mundial de Atletismo con otra figura áurea similar a la que ya tiene conquistad­a. Dios te ayude Caterine.

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