El Heraldo (Colombia)

Partido decisivo

- Por Roberto Zabaraín

Cuando salieron las imágenes se pensó que se trataba de una burla a los engaños de Santos, quien en campaña aseveró que sobre mármol firmaba que no aumentaría impuestos. Pero no se trataba de burla, sino de desconfian­za. Claro, si te toca asociarte con alguien en quien no confías, a quien no le crees por sus muchos antecedent­es de mentiroso, la palabra no basta, lo pones a firmar condicione­s, y el papel no era suficiente: tenía que ser indeleble, en piedra. Claudia López debería firmarles otra, por su rapidez en cambiar de bando. O sea, fue una payasada no borrable, pero payasada al fin y al cabo, pues las partes bien sabían que ni Petro estaba dispuesto a cumplir lo prometido, ni los votos ofrecidos eran endosables: una cosa es votar por quienes hasta a aquél momento (ya hoy no) se mostraron como serios y apartados de la politiquer­ía, y otra muy distinta es votar por quien representa un peligro económico y social.

Hay que barrer al promesero populismo de izquierda, y al antiuribis­mo enfermizo que se niega a entender que el candidato es Duque, y no Uribe; no acepta que su odio por este pesa más que el bien nacional, y que se trata es del país. Petro y sus socios: Santos, ‘Timochenko’, Piedad Córdoba y demás harán lo que sea para imponer sus teorías dizque progresist­as que lo que son es autoritari­stas y atentatori­as contra los principios y valores. Se trata de salvar las institucio­nes, no de comer cuento camino al abismo de la Colombia Humana, copia fiel de la Venezuela Humana chavista que ya se sabe a dónde condujo. Nada del inútil voto en blanco, ni tibiezas. Hay que votar por Duque, que es tremendo candidato, y su conocimien­to y mesura indican será tremendo presidente. Hay que brindarle un amplio mandato con marcada diferencia en votos, para eliminar el riesgo de alguna intervenci­ón guerriller­a, o santista.

Las encuestas vaticinan que Duque ganará. Hace un mes nadie les hubiera creído, pero sus recientes aciertos mueven a confiar en ellas, más si coinciden en el ganador. Empero, aunque una semana es muy poco para revertir tales pronóstico­s, los partidos hay que jugarlos. Acaba de ocurrir con Nacional, que nadie apostaba a que el Tolima de Gamero los derrotara en el Atanasio. Claro, se confiaron en las estadístic­as, con anticipaci­ón prepararon fiesta, y se quedaron con los crespos hechos.

Es que el triunfalis­mo se convierte en el peor enemigo, y no hay que dormirse en los laureles. Aún no se ha ganado. Así que hay que salir a votar masivament­e por Duque, nada de pereza, de paseos, ni de quedarse en casa viendo lo del Mundial de Fútbol que hoy comenzó, pero que dura un mes. Colombia juega el próximo martes su primer partido que sí, es importante, pero el partido decisivo para el futuro del país se jugará el domingo, en las urnas.

Coletilla: Ovación para las directivas del Marymount y su mensaje, el correcto para desde la juventud eliminar la tendencia a creer que las trampas tienen niveles, que pueden aceptarse, que son vivezas y no distorsion­es morales que afectan la sociedad.

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