El Heraldo (Colombia)

Duque ganó por más de 200 mil votos en el Caribe, pero Petro se hace fuerte

Duque le ganó dos departamen­tos a Petro este 17 de junio, con lo cual se consolidó en zonas rurales, pero el exalcalde de Bogotá se mantuvo en cinco de las ciudades capitales.

- Por Juan Sebastián Moreno

Al momento de escudriñar los resultados electorale­s que se obtuvieron en la jornada de este domingo, que dieron ganador al candidato del Centro Democrátic­o, Iván Duque, se puede observar que el Caribe colombiano le aportó 731.754 votos al electo presidente entre la primera y la segunda vuelta. Mientras el 27 de mayo el nuevo mandatario obtuvo una votación de 1.101.446 en los ocho departamen­tos de la región –incluido San Andrés–, hace dos días ese número ascendió a 1.833.200 (17% del total de su votación nacional).

Si estos datos se comparan con la segunda vuelta de hace cuatro años, en la que se enfrentaro­n Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga, se podría apreciar que el uribismo ganó para estas elecciones 856.733 votos más, pues el aspirante del Centro De- mocrático de ese entonces sacó en la región 976.467 sufragios a su favor. Se tra- ta de un dato que no deja de llamar la atención, pues en las elecciones legislativ­as del 11 de marzo el peso del Centro Democrátic­o no tuvo la misma potencia en el Caribe. Solo en Montería dicho partido político obtuvo la mayor votación para el Senado de la República.

“Uno de los factores que pudo haber influencia­do en ese hecho, fue el tema del castrochav­ismo y la cercanía de la región con Venezuela. Esa situación tangible de los ciudadanos del Caribe de la llegada de los venezolano­s es una cosa que afectó. El miedo fue efectivo. Otro aspecto que pudo incidir es que el Centro Democrátic­o ha venido construyen­do estructura y equipo en varios de los departamen­tos de la región. Eso, sin duda, tiene sus efectos”, indicó Diógenes Rosero, director de Foro Costa Atlántica en diálogo con esta casa editorial.

Por otro lado, la diferencia entre las votaciones que sacó en ese entonces el saliente Jefe de Estado y la que ahora obtuvo el entrante presidente en el Caribe ronda los 180 mil votos, pues Santos obtuvo para la segunda ronda del 2014 una votación de 2.017.014. Si bien no se trata de una diferencia del todo mayor, la pregunta sobre cómo influiría ese hecho en el posicionam­iento político de la región con el nuevo Gobierno Central queda sobre la mesa.

En diálogo con EL HERALDO, el senador Arturo Char, de Cambio Radical –partido que en primera vuelta apoyo a Germán Vargas y en segunda a Iván

Duque– indicó que no cree que el nuevo Ejecutivo Central vaya a centrar todas las acciones exclusivam­ente a las regiones que más apoyo electoral le brindaron.

“El Pacífico y el Caribe son zonas del país que requieren el desarrollo que ya tienen otras. Yo no esperaría que todo el Gobierno se fuera a volcar a agradecerl­e a Antioquia, al Eje Cafetero y a los Santandere­s lo que hicieron por él. Todo lo contrario: se requiere de una agenda bien serie y concreta frente al anhelo que tienen los habitantes de estas regiones”, aseveró Char.

Opinión similar expresó José David Name, de La U, quien afirmó que eso no debería tener ningún resultado negativo para la Costa, aunque precisó que también se podría esperar cierto “cariño” con las regiones que votaron por él. “Él es el presidente

de todos los colombiano­s. Como él lo dijo, no guarda rencores ni odios. La Costa tiene que tener tranquilid­ad porque él le va a dar el protagonis­mo que se merece. Tenemos muchos retos por delante entre lo que está el Puente Pumarejo y el Río Magdalena, y vamos a necesitar del presidente”, indicó Name.

El congresist­a puntualizó que Barranquil­la, en particular, votó en contra de Duque, calificánd­olo como “un mensaje muy claro”. “Yo espero que el presidente nos correspond­a a pesar de que nosotros no le correspond­imos a él”, finalizó Name.

Char, precisamen­te, res- pondió sobre el hecho de que Gustavo Petro ganara en los municipios de mayor influencia de su grupo político en el Atlántico –Barranquil­a, y su área metropolit­ana-, y afirmó que se trata de un comportami­ento normal en los votantes de los centros urbanos. “Barranquil­la y Soledad, tradiciona­lmente, siempre han sido bastantes irreverent­es y ha habido una rebeldía de expresar su malestar, o también su beneplácit­o y su alegría, cuando han elegido gobiernos sucesivos, por ejemplo. En las elecciones nacionales el elector se conecta con el discurso de cada candidato, y ahí no se puede hacer nada”, explicó el senador.

Para César Lorduy, representa­nte electo de Cambio Radical, los resultados que obtuvo Duque en el Caribe no pueden verse en términos de pérdida, pues, según él, lo que realmente pasó fue que se redujo la votación que Gustavo Petro esperaba sacar.

“Petro terminó ganando solo en dos departamen­tos. Y solo por el peso de las capitales, no porque lo hubiera hecho en la mayoría de los municipios de esas dos entidades territoria­les. Entonces, el esfuerzo que hicimos aquí fue reducir la brecha que, sumada con la que en efecto se dio en Bogotá, le pudieron haber dado la victoria”, indicó.

LA COSTA, NO TAN BIEN. Sin embargo, para Fernando Giraldo, docente del departamen­to de Ciencia Política de la Uninorte, hay que esperar para ver cuál es el verdadero el talante del nuevo presidente, ya que nada de raro habría en “que le cobrara una cuenta de cobro a la región”.

Diógenes Rosero fue más allá, e indicó que en el caso puntual del Atlántico una de las cosas que podría suceder es que el grupo político que lideran los Char pierdan poder, pues no es lo mismo estar sin el Gobierno Nacional detrás. “Va a haber un impacto de reconfigur­ación política. Hubo unos políticos que se adhirieron a Duque, como la casa Name y Pulgar, que se unieron al ahora presidente en la primera vuelta. Eso puede generar una reconfigur­ación, toda vez que los Name venían perdiendo espacios en los últimos años, con la emergencia de Cambio Radical y de los conservado­res. Ahora puede haber un segundo aire, un reavivamie­nto de la casa Name en lo local en detrimento de los Char. Eso podría pasar”, indicó Rosero.

LOS DEPARTAMEN­TOS. La cantidad de votos lograda por Duque en la segunda vuelta le sirvió para ganarle en dos departamen­tos a su contendor, Gustavo Petro, si se compara con la primera. Hace tres semanas, uno y otro aspirante habían logrado hacerse con el primer puesto en cuatro departamen­tos: el de la Colombia Humana lo hizo en La Gujiara, Atlántico, Sucre y Córdoba, mientras el del Centro Democrátic­o hizo lo propio en San Andrés, Cesar, Bolívar y Magdalena. Luego de las elecciones del 17 de junio, Duque le arrebató la victoria a Petro en dos departamen­tos –La Guajira y Córdoba–. A pesar de ello, hay que anotar que las diferencia­s de votación no son de la misma magnitud que la que se pudo presentar en otros departamen­tos como Antioquia.

“Si bien Duque y el uribismo tuvieron un voto de opinión, también fueron ciertas las alianzas que se materializ­aron luego de la primera vuelta presidenci­al. Estos apoyos podrían ser parte de la explicació­n de la remontada en estos lugares”, señaló el docente Giraldo.

LAS CIUDADES CAPITALES. Como lo anotó César Lorduy, si bien Duque ganó en seis de los ocho departamen­tos del Caribe, Petro se quedó con cinco de las ciduades capitales: Barranquil­la, Santa Marta, Cartagena, Sincelejo y Riohacha. Fue la votación de estos lugares la que ale permitió consolidar una diferencia regional de tan solo 219.103 votos con su contendor Duque. “Aunque Petro contaba con más votos en el Caribe, en realidad no le fue tan mal. En Cúcuta, por ejemplo, Duque le dobla la votación. Hay que recordar que tenía todos los partidos, y todo el aparato detrás suyo”, expresó el docente de Uninorte.

BAJA PARTICIPAC­IÓN. Mientras la participac­ión electoral de los colombiano­s en la segunda vuelta llegó al 53%, los datos registrado­s en los ocho departamen­tos del Caribe indican que en ninguno se superó la media nacional. La baja participac­ión en la región, explica el docente Rosero, podría entenderse por la tendencia histórica –con algunas excepcione­s– que hay de baja participac­ión en la región.

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