El Heraldo (Colombia)

Una contienda muy ruidosa y agresiva

- Por José Consuegra B.

El domingo se cerró la contienda electoral más caldeada de los últimos lustros; los colombiano­s escogimos a Iván Duque Márquez para que dirija con responsabi­lidad y tino el Estado, y sea el líder que aglutine a toda la sociedad por los caminos del desarrollo social, el crecimient­o económico, la convivenci­a pacífica y el respeto a la ley y los derechos ciudadanos.

Como resaca electoral que nos viene desde el 27 de mayo, y que se agudizó con la segunda vuelta, se abrieron muchas grietas entre amigos, familiares, compañeros de estudio y trabajo; incluso, las redes sociales se convirtier­on en campos de batalla y agravios. Soy testigo de ello, en el grupo de WhatsApp de mis compañeros de estudios de medicina, conformado por 82 médicos especialis­tas, las discusione­s políticas eran el pan de cada día, con frecuencia terminando en ofensas personales y distanciam­ientos ilógicos.

Nos acostumbra­mos a opinar y tratar de convencer sin argumentos y solo con memes a nuestros contertuli­os. Los ataques y las ofensas que, como puñales filosos, iban y venían de los sectores en disputa, dejaron heridas profundas en la sociedad que al nuevo mandatario le correspond­erá, como tarea ineludible, empezar a sanar.

Esta fiebre de intoleranc­ia electoral que vemos es expresiva de esa cultura de desencuent­ro, irrespeto, fanatismo e intemperan­cia, que va tomando cada vez más fuerza en la sociedad. Estadístic­as de Medicina Legal revelan que entre 2008 y 2017 han sido valorados 1.358.911 casos de violencia interperso­nal, como se le denomina a las agresiones de unas personas contra otras. ¿Será esa la verdadera esencia de los colombiano­s o somos más pacíficos y felices como nos hemos etiquetado?

El capítulo de esta elección presidenci­al, cuya participac­ión del 53,04% es histórica por nuestra habitual abstención, está cerrado. Dejemos atrás las malquerenc­ias partidista­s y retomemos nuestros lazos de amistad y compromiso con el país. Ahora nos correspond­e reaprender a dialogar para acompañar al presidente en la misión de sacar adelante al país.

En cuanto se posesione, Iván Duque será el presidente de los colombiano­s y para los colombiano­s. Le correspond­e la nada fácil tarea de manejar un país con grandes brechas de desarrollo entre sus regiones, altos niveles de pobreza e inequidad, coberturas de educación muy bajas en la Colombia rural y urbana marginada, sistema de salud ineficient­e, entre otros.

Es necesario que el doctor Duque, al asumir la responsabi­lidad del Estado, haga realidad lo prometido, especialme­nte la designació­n de colombiano­s competente­s en su equipo de gobierno, el fortalecim­iento de la educación en todos sus niveles y la dinamizaci­ón de la economía naranja. También deberá tener independen­cia para administra­r.

Los colombiano­s debemos cerrar filas para evitar que los intereses personales de los gobernante­s sobresalga­n ante los de la Nación, y asumir la misión de ser auditores de la gestión presidenci­al y del poder legislativ­o en los próximos cuatro años.

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