Memorias de un maestro
Con mapa en mano y mil historias por contar, el general Bonett compartió en muchas tardes de café bogotano la importancia de un intenso amor, ese amor que existía entre el río y el mar, y que había creado la Ciénaga Grande. Fue un maestro que con recursos literarios explicaba los dilemas más complejos del país, que acudía a su gusto por la mitología griega y las obras de García Márquez para que quienes lo escuchábamos jamás olvidáramos sus enseñanzas. Muchos lo recordarán por su impecable trayectoria militar, por servirle a la patria en los momentos más álgidos del conflicto; yo quiero recordarlo hoy como el gran maestro que fue para mí y para todos los que tuvimos el honor de poder escuchar sus anécdotas y consejos.
Su oficina como profesor era un espacio abierto donde todos llegábamos a preguntar, a hablar y echar cuentos sobre lo divino y lo humano. Cuando llegué a estudiar a la Universidad del Rosario, me invitó especialmente a que hiciera parte del Grupo Caribe, una iniciativa increíble que él había creado con el apoyo de numerosos estudiantes de la Región que llegaban a Bogotá. Organizábamos eventos y nos reuníamos para hablar sobre los principales desafíos del Caribe y sobre cómo debíamos afrontarlos. Era un ambientalista por naturaleza que conocía la Convención Ramsar de cabo a rabo y que me hizo estudiar para que un día fuéramos a contarle a Cecilia Álvarez, en ese entonces Ministra de Transporte, la importancia de que cualquier obra que llegara a afectar la Ciénaga cumpliera con los estándares ambientales de protección del humedal.
Entre tantas charlas, el General se convirtió en un gran amigo y maestro, apoyando todos mis inventos, presentándome a todos sus conocidos como su paisana cienaguera. Mi primera entrevista se la hice a él y la publiqué en EL HERALDO, pero también fue él quien propició mi primera intervención radial, cuando apenas comenzaba el proceso de paz en La Habana y me pidió que lo acompañara a los diferentes medios que lo iban a entrevistar. Estábamos al aire en el programa de María Isabel Rueda y me preguntó de sopetón qué opinaba sobre los diálogos con las Farc y el futuro de las Fuerzas Armadas. Hasta el día de hoy opino lo mismo.
A este gran conocedor de la geografía colombiana, que defendió desde las instituciones y desde las aulas la vigencia de los derechos y un futuro mejor para Colombia, le debemos quienes tuvimos el honor de compartir con él, no olvidarlo jamás para inspirar en otros las reflexiones a las que nos hizo llegar. A su esposa, hijos y familia un abrazo fraterno.
Por siempre, gracias mi general Bonett.