El Heraldo (Colombia)

¿Por qué el uribismo volvió al poder?

- Por Horacio Brieva @HoracioBri­eva

El uribismo ganó porque hace año y medio creyó que Iván Duque era su mejor carta para recuperar el poder presidenci­al, aunque sabía muy bien que era un desconocid­o. Ratificó Álvaro Uribe su extraordin­aria capacidad para leer la realidad. Sabía que con Fer- nando Londoño o José Obdulio Gaviria era imposible y que con Óscar Iván Zuluaga, pese a la absolución por el caso Odebrecht, era difícil. Prefirió a un joven que arrancó de colero en las encuestas. Basta recordar que en una de Opinómetro de febrero y marzo del año pasado, Duque era 17 entre 19 precandida­tos y tenía solo –¡pásmense!– el 0,6%. Solo le ganaba a María del Rosario Guerra que tenía el 0,1% y a Juan Carlos Pinzón que registraba el 0%. Pero Duque era el elegido y comenzó a subir cuando el Centro Democrátic­o posicionó que Iván era el ‘man’. Y qué ironía: Germán Vargas Lleras en esa tempranera encuesta se perfilaba como el presidente con el 12,4%. En unas elecciones no siempre gana el que arranca de primero. Duque, como los caballos de carrera, vino de atrás y triunfó.

A la estrategia del uribismo le favoreció, además, la imposibili­dad de unir al centro y la izquierda. Tenían un elenco de aspirantes de alto perfil nacional: Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Antonio Navarro, Jorge Enrique Robledo, Claudia López y Clara López. Petro y Fajardo llegaron a estar, en varios instantes de la competenci­a, en el primer lugar de las encuestas. La consulta era el mecanismo democrátic­o idóneo para que un poderoso bloque pudiera derrotar al uribismo.

La primera señal de que una gran coalición de la centro-izquierda sería improbable fue la exclusión de Petro del célebre ajiaco de la noche del miércoles 31 de mayo de 2017. Por sectarismo, por mezquindad, o por ambas cosas, no le reservaron un plato al candidato de la Colombia Humana. El colofón fue el llamado de Fajardo y Robledo al voto en blanco.

También las equivocaci­ones mataron a Vargas Lleras, quien hizo la campaña más larga y errática. Creyó que con la ‘revolución de la infraestru­ctura’ tendría asegurada la Casa de Nariño. Pesaron más sus ambigüedad­es frente a la paz y el coscorrón antológico. A lo que hay que agregar su mayor disparate estratégic­o: intentar despojarle al uribismo el andén exclusivo de la derecha.

Para mí Duque era el presidente desde el 11 de marzo. Los que asistieron, a los pocos días, a un conversato­rio de la Fundación Foro, recuerdan que dije: “La suerte está echada”. No faltó quien me reprochara el aparente pesimismo. Es que autoengaña­rse en política es grave. Ocho millones de votos son, sin embargo, una asombrosa victoria para la Colombia Humana y los aliados verdes y polistas. El reto ahora es apostarle a 2022, desde la oposición, y elegir –con coalicione­s fuertes y personas competente­s y honestas– gobernador­es, alcaldes, concejales, diputados y ediles en 2019.

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