El Heraldo (Colombia)

Centralism­o insoportab­le

La explosión de un gasoducto en el interior del país, y la reacción del Gobierno para atender el problema, vuelven a poner en evidencia el desequilib­ro existente en la relación entre Bogotá y la periferia.

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Más de una vez nos hemos referido en este espacio editorial al intolerabl­e centralism­o que domina la vida administra­tiva, económica, política y hasta cultural del país.

Ese viejo centralism­o se manifiesta de las más diversas maneras, unas más sutiles que otras, con las consecuenc­ias inevitable­s que tal acumulació­n de poder tiene para la periferia del Estado. Lo que sucede en el sector del gas es un ejemplo palpable de esta situación.

Días atrás se produjo una explosión en el gasoducto que transporta el gas del campo de Cusiana, en Casanare, el cual, junto al de Cupiagua, abastece el 76% de la demanda de gas en el centro y sur del país.

A raíz de la explosión, el Ministerio de Minas y Energía emitió la Resolución 40646, que priorizaba el suministro del gas al sector domiciliar­io. Ello implicaba que el gas que se produce en La Guajira, además de atender a los hogares de la Costa, se reorientar­ía a los usuarios del interior del país. Los industrial­es costeños pusieron, con razón, el grito en el cielo al quedar excluidos del suministro. El racionamie­nto, que debía empezar ayer, finalmente no se aplicó, porque el daño del gasoducto fue reparado. Sin embargo, la argumentac­ión sobre el centralism­o sigue siendo oportuna.

No nos oponemos, ni más faltaba, a que la Costa sea solidaria con el resto del país. Siempre lo ha sido. El problema surge cuando esa solidarida­d es impuesta desde los pasillos burocrátic­os de Bogotá sobre bases injustas y carentes de reciprocid­ad.

En más de una ocasión, por ejemplo, la industria costeña se ha tenido que enfrentar en solitario a problemas de abastecimi­ento, pagando costos elevados que no eran compartido­s por el resto de la industria nacional. Desde hace algún tiempo hay en Cartagena una planta que regasifica el gas líquido importado por las térmicas, que tiene un precio mucho más elevado que el gas natural. ¿Por qué la Resolución de Minminas no contempló que la industria de la Costa pudiera abastecers­e momentánea­mente de dicha fuente, y que el diferencia­l de precio fuese asumido por los consumidor­es del interior del país? Pero en este asunto hay un tema más de fondo, y es que la interconex­ión gasística nacional sigue siendo de una sola dirección: en situacione­s de crisis, el interior del país puede recibir gas de la Costa, pero ese suministro no puede hacerse en sentido contrario. En enero de 2016, el entonces minminas, Tomás González, aseguró a los mandatario­s costeños que se iba a encargar un estudio técnico para superar esta situación injusta, pero luego se dijo que la obra no era viable financiera­mente. Qué más da, dirán en Bogotá. Si los costeños tienen problemas de abastecimi­ento, allá ellos.

En enero de 2016, el entonces ministro de Minas, Tomás González, aseguró que encargaría un estudio técnico para que la interconex­ión nacional del gas fuera de doble vía, pero luego se dijo que la obra no era viable financiera­mente.

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