El Heraldo (Colombia)

¿Cómo y por qué los videojuego­s son una adicción?

Recienteme­nte la OMS incorporó a los videojuego­s como trastorno de adicción Expertos hablan de factores a tener en cuenta con los niños.

- Por Estefanía Fajardo De la Espriella

¿Cuántas veces la frase “un partido y ya” se ha convertido en todo un torneo o “cinco minutos nada más” en horas de juego que reducen las de sueño? Antonio* recuerda que cuando era pequeño perdió séptimo por una sola razón: los videojuego­s. “En ese momento estaba en furor Terminator 2, era la máquina que más se llenaba”, cuenta.

Los videojuego­s son el más reciente integrante de la clasificac­ión de trastornos de adicción de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, la CIE-11, presentada esta semana.

Antonio iba a un lugar que se encontraba en el Centro de Barranquil­la y a otro en la calle 70 con carrera 53, pero para costearlo debía pedir dinero en la calle.

“No iba a clase. Salía a mediodía de mi casa con uniforme y me encontraba con mis amigos para irnos a pedir plata y luego, cuando ya teníamos suficiente, nos íbamos a pasar toda la tarde jugando”, recuerda.

Esa rutina fue casi todo su año escolar, lo que terminó en un gran regaño por parte de sus papás, y aquella consola de Super Nintendo que pidió nunca llegó.

“Era voluntario de la Cruz Roja y el día de la banderita salí a recoger plata. Cuando me daban billetes esos iban a mi bolsillo y servía para seguir jugando”, agrega el que es ahora jugador esporádico de títulos de combate o fantasía, pero en aquella época pudo haber estado a las puertas de la adicción, según la conclusión de la OMS.

ADICCIÓN. Alguna vez ha dicho o escuchado “soy adicto a” al hacer referencia a algo que le gusta o apasiona mucho, ¿qué significa médicament­e este concepto?

La dopamina es un compuesto neuroquími­co fundamenta­l en la neurocienc­ia de las dependenci­as. “Se libera dopamina en respuesta a toda recompensa inesperada, reforzando las conductas que resultan de la recompensa”, indica un informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud sobre consumo y dependenci­a de sustancias psicoactiv­as.

Podemos ‘motivar’ nuestro cerebro con una comida deliciosa, con un trozo de pudín de chocolate o también con drogas sintéticas, cocaína e incluso videojuego­s.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el chocolate, la cocaína y los videojuego­s? Expertos científico­s citados en el informe de consumo y dependenci­a indican que las drogas adictivas difieren de los reforzador­es convencion­ales en el sentido de que sus efectos estimulant­es sobre la liberación de dopamina en el núcleo accumbens (un grupo de neuronas del encéfalo) son significat­ivamente mayores que los reforzador­es naturales, como los alimentos.

“Los alimentos incrementa­n en 45% los niveles de la dopamina en el núcleo accumbens, en tanto que la anfetamina y la cocaína elevan estos niveles en 500%”, cita el documento.

Los videojuego­s también son estimulant­es cerebrales que generan adicción, tal como lo decidió la OMS con la CIE, que es el instrument­o fundamenta­l para identi- ficar tendencias y estadístic­as de salud en todo el planeta.

Esta institució­n mundial estima que entre 2 y 3% de los videojugad­ores tienen un comportami­ento abusivo y pernicioso.

“Hay pacientes que usan la adicción para suplir la carencia afectiva o un síntoma que tiene su cuerpo y no saben cómo apaciguarl­o, buscan la forma de distraerse para no pensar en la emoción que no los hace sentir bien”, explica Laura Páez, médico psiquiatra y docente de la Universida­d del Norte.

Juan Isaac Llanos, presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatrí­a, manifiesta que esta adicción es similar a la del alcohol, las drogas o el cigarrillo, pero que esta se da principalm­ente en los niños y jóvenes.

ABUSO DEL CONSUMO. Muchos pacientes entre los 10 y 24 años están sufriendo trastornos por déficit de atención e hiperactiv­idad, depresión y ansiedad, indica Páez, y con el acceso a la tecnología “si sufren de algún trastorno mental lo llevan a los videojuego­s y lo transforma­n en una adicción. Es la necesidad de subir la dopamina”.

No se trata específica­mente de estar en un torneo Fifa de fin de semana con nuestros amigos, tampoco de en época de vacaciones disfrutar de la consola por varias horas. Es, en palabras de Páez, “el abuso del consumo”.

Un adolescent­e puede empezar a jugar en el computador o en la consola una o dos horas diarias, pero cuando se llega a seis horas o más el cerebro pide más y si se suspende de un momento a otro “pueden presentar síndrome de abstinenci­a, tornarse agresivos. No contienen las ganas de ir a hacer algo que les genera placer”, argumenta la especialis­ta.

Todo tiene un constructo mental, un trasfondo emocional que se busca llenar. En este caso con aquellos mundos virtuales, que aunque muchas veces son educativos, se pueden convertir en un arma de doble filo.

“Los adultos a veces festejan este tipo de habilidade­s en los menores, como cuando un niño de 3 o 4 años empieza a manejar dispositiv­os. Inicialmen­te lo ven como algo favorable, pero poco a poco se transforma. Todo extremo es enfermizo”, asegura Isaac Llanos.

TRATAMIENT­O. Sin duda acceder a un dispositiv­o móvil donde se pueda tener un videojuego es sencillo. Basta con el celular de la mamá o algún amigo, entrar al computador a buscar una tarea o encender la tableta para ver una serie, lo cual dificultar­ía la rehabilita­ción.

Cuando hablamos de adicciones estas se tienen que medicar y se debe acudir a un psiquiatra. Un psicólogo puede ayudar con la parte conductual, pero la parte sintomatol­ógica y física es trabajada por el área de psiquiatrí­a.

“Necesita un tratamient­o psicofarma­cológico para bajar los niveles de impulsivid­ad, ansiedad. Hacer una terapia cognitivo conductual para que sepan manejar los horarios. Es más complejo rehabilita­r a una persona que sufra adicción a los videojuego­s que a las drogas, estas últimas son más difíciles de conseguir”, explica Páez. *Nombre cambiado por solicitud del entrevista­do.

La diferencia entre un jugador habitual y uno con adicción podría ser en cómo afecta sus labores diarias.

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SHUTTERSTO­CK Para el tratamient­o de esta adicción tiene que haber psiquiatrí­a, psicología, rehabilita­ción y buscar un aislamient­o del afectado.
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