El Heraldo (Colombia)

Desidia intolerabl­e

Un mes después de que el Tribunal Supremo de Venezuela diera luz verde a las autoridade­s colombiana­s para proceder al traslado de ‘El Lobo feroz’, no se ha dado ningún paso para hacer efectiva la extradició­n.

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Hace seis meses saltó a los medios la noticia de que en Venezuela se hallaba preso, por petición de la Interpol, un ciudadano colombiano al que se vinculaba con el abuso sexual de al menos 500 menores en nuestro país. De acuerdo con las primeras informacio­nes, Juan Carlos Sánchez Latorre, a quien apodaban ‘El Lobo feroz’, participab­a en un negocio de pornografí­a infantil con un enlace mexicano y habría cometido prácticame­nte todos sus crímenes en Barranquil­la y otras localidade­s de la Costa. Según los datos aportados por las autoridade­s policiales, estábamos, ni más ni menos, ante el mayor abusador de menores de la historia de Colombia y, probableme­nte, del mundo.

Con el paso de las semanas, las fuentes policiales precisaron que las víctimas detectadas en los videos pornográfi­cos sumaban 276, pero podían ascender a medio millar, puesto que los investigad­ores no habían examinado aún todo el material probatorio. Las autoridade­s colombiana­s iniciaron, no sin cierta parsimonia, los trámites para la extradició­n de Sánchez Latorre. El 23 de junio pasado, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela comunicó que la extradició­n había sido aprobada y que el preso estaba a entera disposició­n para que fuera trasladado a nuestro país.

Un mes después de aquella notificaci­ón, Colombia no ha dado el primer paso para hacer efectivo ese traslado. Las institucio­nes directamen­te implicadas –Ministerio­s de Justicia y del Interior, y Fiscalía– se tiran la pelota entre sí con una pasividad alarmante, como si no estuviera en juego la necesidad de aclarar lo que se ha presentado como el caso de abuso sexual masivo más grande del país. En mayo pasado, EL HERALDO publicó una entrevista exclusiva con ‘El Lobo feroz’, en la que este se declaraba “absorto” por los delitos que se le atribuyen y expresaba su deseo de ser enviado a Colombia para defender su inocencia. El hecho es que, hasta ahora, no han trascendid­o detalles de la investigac­ión contra Sánchez Latorre. Lo único que ha salido a la luz es un juicio por la presunta violación de un menor cometida en 2008. Este proceso se reabrió en febrero pasado cuando la supuesta víctima, hoy mayor de edad, decidió ofrecer su testimonio tras enterarse de que Sánchez estaba preso en Caracas. ¿Cuál es la verdadera dimensión de este turbio asunto? La única forma de saberlo es que ‘El Lobo feroz’ comparezca ante la justicia. Y ello solo será posible si las autoridade­s actúan como se espera de ellas, con diligencia, sin desidia, sobre todo cuando están de por medio menores . A propósito, sería bueno que el ICBF se pronunciar­a sobre tan preocupant­e situación.

Las autoridade­s directamen­te implicadas en este caso –los Ministerio­s de Justicia y del Interior, y la Fiscalía– se tiran la pelota entre sí con una pasividad alarmante.

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