Las posaderas del Congreso
Para empezar llamemos a las cosas por su nombre. Lo que mostró Antanas Mockus en el Congreso fue el culo. Culo –no se alarmen– es, según la Real Academia de la Lengua, “el conjunto de dos nalgas”.
En la antigua Roma los senadores de cualquier partido lo pelaban sin pu- dor en los baños públicos, que eran también lugares de reuniones. Allí Mecenas, Lucio Munacio y Cayo Asinio Polión, depositaban sus miserias en taburetes comunales, sin muros ni mamparas, al tiempo que conspiraban contra las leyes del emperador Augusto.
Con Mockus, entonces, habría vuelto a la escena política.
Con sus pliegues de vergüenza perpetua, él esperaba siempre una oportunidad para sacar la cara.
Era, eso sí, objeto de bullying. Un rostro de aburrimiento, por ejemplo, se convertía en “cara de culo”.
Sin duda estaba asociado con lo feo. De ahí todos los sinónimos obscenos que se reconocen en el mundo hispanohablante. ¡Que vaina tan jopo! decimos en la Costa Caribe, para sentenciar el carácter negativo de la voz.
Pero los de hoy son otros tiempos para el final del espinazo.
Con la era digital empezaron a aparecer unas estéticas que reivindicaron la imagen del mal visto.
Las belfies (o selfies del lugar en el que la espalda pierde su nombre), se han encargado de mostrar el rostro más oculto del cuerpo humano.
De hecho, la cuenta Cheekyexploits, que comparte en Instagram imágenes de nalgas de muchos tamaños y formas, estaba llegando ayer a 300 mil seguidores. Su eslogan es: “haciendo al mundo más feliz a través de los traseros”.
Con razón han empezado a aparecer otras denominaciones. El sitio http://www.xn--sinnimo-n0a.es/culo. html, sugiere ahora como sinónimo: huesito dulce.
Y mientras muchos discuten hoy si aquel es el último tramo excretor del intestino o es un órgano sexual, hay quienes desde la rumpología, una técnica usada por los babilonios, griegos y antiguos romanos, estudian la personalidad a través de los glúteos.
Parece, pues, que ha llegado una hora con menos afrenta para las posaderas.
Por eso las bellas Alejandra Falla, Margarita Rosa de Francisco y Lindsay Campuzano, no tuvieron ningún reparo en solidarizarse con Mockus por el mismo lado descubierto.
Si les importaba un culo lo que decía el saliente presidente del Senado, había que mostrar algo que llamara la atención. Y Mockus lo hizo rápido y contundente, como enseñan los manuales https:// es.wikihow.com/enseñarleel-trasero-a-alguien, pero sin mucho efecto.
¿Saben qué pasa? Que así como en la comunicación verbal hay palabras que no deberían decirse, en la no verbal hay gestos que se deben recoger. El tema no es de ideologías enfrentadas (las nalgas son apolíticas) ni de cortinas de humos (¿o de gases?). Hablo de redundancia.
Pues, develar lo que ya no es tan impúdico es tan efectivo como intentar que los émulos de los senadores romanos, acepten oler sus propias inmundicias.