El Heraldo (Colombia)

Sobre los Juegos

- Por Manuel Moreno S. @Morenoslag­ter moreno.slagter@yahoo.com

Cuando hace cuatro años se anunció que nuestra ciudad sería la sede de los Juegos Centroamer­icanos y del Caribe, publiqué un par de columnas en las que manifesté que con esa designació­n se presentaba una buena oportunida­d para, además de renovar la infraestru­ctura deportiva, lograr algún tipo de impacto en la calidad de los espacios públicos aledaños a los escenarios que albergaría­n las competicio­nes. Hoy, cuando las justas se están celebrando con éxito, es necesario reconocer que los nuevos espacios deportivos lograron culminarse de buena manera, que sus diseños resultaron apropiados y medidos, y que se llevó a cabo un esfuerzo importante para mejorar sus entornos inmediatos. Con estas obras Barranquil­la ha dado un paso importante para vencer la incredulid­ad que todavía, aunque cada vez menos, se cierne sobre nuestras iniciativa­s de inversión en infraestru­ctura pública.

Hay, claro, algunos aspectos por mejorar, detalles por terminar y procesos por optimizar; pero en términos generales, salvo imprevisto­s que ojalá no tengamos, estos juegos deberían transcurri­r sin mayores contratiem­pos. Esto debe entenderse como un gran logro para todos los barranquil­leros, al fin y al cabo buena parte de nuestros aportes tributario­s se han invertido en la planeación y puesta en marcha del evento.

Quizá el mayor lunar hasta ahora se relaciona con la reventa de boletas, un fastidioso fenómeno que siempre ha resultado muy difícil de controlar. Creo que, aunque buena parte de la responsabi­lidad pesa sobre los hombros de las autoridade­s y de los responsabl­es de la venta, los ciudadanos también podemos poner de nuestra parte, evitando comprar las entradas revendidas, prefiriend­o así perdernos de un determinad­o evento en lugar de patrocinar el abuso. Vale la pena prestarle mucha atención a esto y que sean más explicitas las sanciones, si es que las hay.

El reto fundamenta­l, una vez se terminen las competicio­nes, será asegurar el mantenimie­nto de toda la infraestru­ctura que se ha construido. No será fácil, dado que experienci­as previas nos demuestran cuánto nos cuesta mantener lo que hacemos. Algunas ideas, como entregarle­s unos escenarios a institucio­nes que los puedan administra­r, pueden merecer una revisión con juicio. Sin embargo, la ciudadanía tiene mucho que ver con esto, presionand­o a las administra­ciones cumplir con su tarea, pero sobre todo, cuidando y vigilando que las obras se mantengan con constancia y rigor.

Uno de los legados más importante­s que dejan este tipo de eventos en las ciudades que los albergan, es que logran subir la moral de sus ciudadanos y elevar su sentido de pertenenci­a. En estos primeros días de competicio­nes da gusto ver cómo hay comportami­entos que están mejorando. Se están dando unos pasos, todavía tímidos, que posiblemen­te nos lleven al renacer de aquel espíritu cívico que era tan común en la Barranquil­la de la primera mitad del siglo pasado, cuando éramos una ciudad referente a nivel nacional. Quiero pensar que es posible.

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