En defensa de Nairo
Nairo Quintana es sin duda el mejor ciclista que ha dado Colombia en toda su historia. Para muchos, incluso, es el mejor deportista de todos los tiempos del país. Pero esa es una discusión compleja que no voy a dar hoy en este espacio.
Con solo 23 años, en 2013, Nairo fue subcampeón del Tour de Francia. Su actuación fue una sorpresa mundial. Fue derrotado por el misterioso Chris Froome, quien en la última semana de la carrera francesa fue sometido en dos oportunidades por el muchacho de Cómbita.
En adelante, Nairo empezó a ser considerado como favorito en cuanta carrera participaba. En 2014, el hombre fuerte del equipo Movistar, Eusebio Unzúe, dio la orden de que Nairo corriera el Giro de Italia y no el Tour. Fue, a todas luces, una decisión localista. Me explico: Movistar es español y en la cabeza de Unzúe no podía caber que en su plantilla hubiese alguien mejor que Alejandro Valverde.
A regañadientes, porque su objetivo ese año era el Tour, Nairo se fue para el Giro y lo ganó. Días después el pobre Valverde, para ese momento de 34 años, se estrenó en el Tour y Movistar no salió con nada. Ni podio ni etapas. Nada de nada.
En agosto de ese mismo 2014, Nairo se marchó a correr la Vuelta a España. Se retiró en la décima etapa, siendo líder, luego de sufrir una aparatosa caída.
La temporada de 2015 fue increíble para el hijo de don Luis y doña Eloísa. Corrió el Tour y se ubicó de segundo. Perdió por el poco juego limpio que caracteriza a Froome. En la segunda etapa, el británico se aprovechó de una caída y su equipo, el Sky, distanció al grupo en que marchaba Nairo en 1’30”. El colombiano perdió la carrera por 1’12”.
En 2016 Nairo fue tercero en el Tour y en la Vuelta a España se hizo al título derrotando de paso al mismísimo Froome. El 2017 no fue su mejor año: fue segundo en el Giro y en el Tour pasó con más pena que gloria.
He hecho el anterior recuento sobre la carrera deportiva de Nairo para hacer notar lo malas personas que a veces somos los colombianos. Con semejante palmarés, en cantidad de veces desconfiamos de nuestro compatriota. Lo descalificamos cuando en dos etapas de montaña le fue imposible seguir la rueda de sus principales adversarios. En las redes sociales muchos se burlaron de él. Le dijeron que estaba acabado. Que se había madurado biche. Que lo mejor era que, a los 28 años, se retirara del ciclismo y dejara de hacer el oso.
Pero Dios es grande. El que hace las cosas bien merece recibir su premio. El miércoles Nairo les tapó la boca a todos sus malquerientes. Venció en la etapa reina del Tour. Contra todos los pronósticos se deshizo en la montaña de Froome, del holandés Dumoulin y del virtual campeón de la carrera, el también británico Geraint Thomas.
“Los muertos que vos matáis gozan de cabal salud”, escribió Pierre Corneille en El Mentiroso. Dar por acabado o “muerto” a Nairo fue una infamia. Él, en su bicicleta, goza de cabal salud. Para 2019 volverá a partir como favorito del Tour. Sus rivales obvios serán los mismos de este año: Thomas, Dumoulin y, en menor grado, creo yo, un Froome de 34 años.