Colombia lo tiene todo
Unos 705 habitantes conforman este barrio, ubicado en el norte de Barranquilla, donde se confunde con Boston y tiene problemas con la movilidad en el sector.
Locales comerciales, escenarios deportivos, colegios, establecimientos nocturnos, parques, clínicas y casas tradicionales... El barrio Colombia, situado entre las carreras 43 y 50 y las calles 68 y 75, es un enclave lleno de vida en el corazón de Barranquilla.
Confundido por sus 705 habitantes con el barrio Boston, Colombia tiene el privilegio de abrirse espacio entre la zona residencial, la comercial, la cultural y el área deportiva, siendo esta última una fortaleza adquirida a través de la historia y con la reciente renovación de sus escenarios. De acuerdo con sus moradores, es un vecindario seguro, pero con inmuebles de “poca reputación”.
Está ubicado en la localidad Norte–Centro Histórico de Barranquilla, limitando en la calle 68 con el barrio Boston, en la carrera 50 con el barrio El Prado, en la calle 75 con el barrio Porvenir, y en la carrera 43 con el barrio Las Delicias.
Aunque son los establecimientos con fines comerciales los que hacen mayoría, como casinos, hoteles, moteles, almacenes, fábricas industriales, bancos, entre otros, también pernoctan 56 casas y 123 apartamentos donde conviven familias que dicen sentirse cómodas por habitar en “una zona céntrica” de la capital del Atlántico.
EL PRIMER PARTO DE COLOMBIA. Precisamente en una de esas viviendas, que conserva las características del siglo XX, vive Álvaro Jiménez, quien fue el bebé protagonista del primer parto ocurrido en este barrio, el día 28 de julio de 1939, en la misma casa donde hoy comparte con su pareja, rodeado de historias, libros, retratos de sus siete hermanos y de Susy, su perra.
“Fui el primero que nació en este barrio, si le ponen el nombre mío no me quejo”, dice entre risas el abogado mientras se prepara para contar cómo fue que este barrio con 32 manzanas fue una figura subordinada de El Prado.
El hombre, quien cumplió junto al barrio el pasado sábado 79 años de nacimiento, relata que el primer nombre del sector fue Los Empleados, debido a que fue ocupado por los trabajadores de las empresas localizadas en dicho barrio vecino.
“Por la cercanía con las empresas, los empleados se asentaron en este lugar, mientras que en El Prado vivían los jefes de estos, por lo que este barrio tomó una posición subordinada bajo la sombra de El Prado”, sostiene el abogado egresado de la Universidad Nacional en los 50’s.
Tras el relato, Jiménez se recuesta a su viejo mueble beige, toma un breve descanso de cinco segundos y retoma su narración para describir los primeros inmuebles del siglo XX en el barrio Colombia, cómo preserva su casa y las modificaciones que han sufrido las otras casas de estrato cuatro.
“Aquí vivieron la familia Bayona, Ramón Renowitzky, la familia Palacio, los Goenagas. Sin embargo, algunos han fallecido y otros se han mudado. Las casas también han cambiado, los nuevos vecinos bajaron el nivel de los techos y esta es la única que mantiene su aspecto original. No le bajo la cubierta, porque así se hace más fresca”, sostiene sin titubear con la mirada fija y el dedo índice hacia la calle, como buscando en la memoria sus andanzas cuando niño.
Esas que lo trasladaron a los momentos cuando jugaba fútbol en la cancha de arena contigua al estadio Municipal –hoy Romelio Martínez– y al “parque de tablitas”, que ahora es conocido como el Tomás Suri Salcedo.
De los ocho hermanos que conformaban la familia, solo queda Álvaro, quien tiene dos hijos viviendo en Colonia (Alemania). El varón es doctor en Inteligencia Artificial y la hembra se dedica a las labores de su hogar. CONFUNDIDO CON BOSTON. Los habitantes de la calle 69 entre las carrera 44 y 45 se niegan a reconocer que sus moradas hacen parte de Colombia e insisten férreamente en que son del barrio Boston. De hecho, las placas de las rutas de los buses de servicio público que atraviesan el sector indican que su camino incluye este último barrio, más no el primero.
“En esta calle 69 sí inicia el barrio Colombia, pero de la acera del frente hacia allá. Yo vivo en Boston porque estoy del lado de acá”, manifiesta Fanny Flórez, quien reconoce que, en las factura de los servicios públicos que llegan a su domicilio, la palabra que está inscrita en la casilla de barrio es “Colombia”.
Por su parte, Agustín Garizábalo confiesa que tenía la misma confusión, pero finalmente se vino a convencer hace algunos años que estaba en el barrio Colombia por el mismo detalle que destacan las facturas.
“Me enteré que vivía en Colombia cuando me fijé en cada uno de los detalles del recibo de una empresa de servicio telefónico fijo”, señala con desparpajo el cazatalentos del fútbol colombiano, quien ha descubierto a jugadores de renombre como Juan Guillermo Cuadrado, Luis Fernando Muriel, Abel Aguilar, Gustavo Cuéllar, Rafael Santos Borré, Felipe Pardo y Freddy Montero.
Garizábalo tiene más de dos décadas buscando y recomendando futbolistas a clubes profesionales. Siempre se rodea de deporte y esta vez no es la excepción, pues en el barrio Colombia hay un lugar aparte para el tema deportivo, en el Romelio Martínez, donde se respira fútbol, y en el Elías Chegwin, donde ha renacido el basquetbol.
SUS PREOCUPACIONES. Si estos dos escenarios deportivos llenan de orgullo a los habitantes del barrio Colombia, hay otros que, según ellos, los “llenan de vergüenza” al entorno, al referirse a un par de residencias, una de ellas en la carrera 45 con la calle 70. De acuerdo con Fanny Flórez, quien vive en la calle 70 con 44, en la época en que empezaron a construir la edificación les dijeron que “iba a ser un hotel para estudiantes, pero a los estudiantes no se les hace cama de cemento”, asegura la mujer de 78 años.
La adulta mayor agrega que, incluso, se manifestaron en contra de la construcción, “tocamos las puertas de las autoridades, pero no fuimos escuchados” y finalmente se levantó el edificio.
Entretanto, el abogado Álvaro Jiménez destaca que la seguridad del sector es buena y “es raro que ocurra un atraco por acá”. Sin embargo, señala que el barrio se ha convertido en “escala de drogadictos, pues recorren las calles consumiendo alucinógenos sin pena alguna”, dice.
El tema de la movilidad también es un aspecto que no ven con buenos ojos los moradores del barrio Colombia. Según sus declaraciones, los vehículos transitan con exceso de velocidad sobre la carrera 45 y les preocupa que más adelante ocurra un accidente por este hecho. “Los carros pasan rápido y me da miedo que uno de esos pueda atropellar a mi hija de 11 años, quien acostumbra a jugar en la terraza”, explica la mujer de 47 años, quien es interrumpida por el trino de un pájaro montado sobre los cables de energía, como si fuera el pitazo de un árbitro anunciando que la historia ha acabado.