El Heraldo (Colombia)

La vida por encima de todo

- Por José Consuegra B.

Aceptar y respetar las diferencia­s es propio de una sociedad democrátic­a y culta, entendiend­o por ello no solamente a un conglomera­do educado y respetuoso de la ley, sino a quienes, basados en sus propios valores y costumbres, han entendido que la tolerancia es la clave para una óptima convivenci­a.

A pesar de las duras experienci­as de guerras y conflictos vividos por nuestro país en sus dos siglos de vida republican­a, siempre termina prevalecie­ndo la búsqueda y construcci­ón de la paz. La última experienci­a fue el acuerdo de paz del Gobierno nacional con la guerrilla de las Farc, después de 50 años de enfrentami­entos.

A pesar de los deseos colectivos por la paz y la convivenci­a pacífica, grupos violentos al margen de la ley se empeñan en continuar imponiendo, con la amenaza y violencia, sus códigos de intoleranc­ia y retaliació­n.

Los casos recientes más evidentes son los de los líderes sociales asesinados en diferentes puntos de la geografía colombiana, sin que hasta ahora haya una respuesta contundent­e de las autoridade­s para poner fin al accionar de los violentos.

Estadístic­as de la Defensoría del Pueblo dan cuenta de 329 líderes y/o defensores de derechos humanos asesinados entre enero de 2016 y julio de 2018. Cuarenta de estos homicidios tuvieron lugar en la Región Caribe.

Muchos de los crímenes han sido relacionad­os con las labores que estas personas desarrolla­ban en favor de los DD.HH y del medioambie­nte, lo que deja un sabor amargo sobre las posibilida­des que tienen las poblacione­s de alzar su voz contra las situacione­s que consideran injustas o que lesionan sus condicione­s de vida.

La sociedad colombiana espera que cada uno de los casos sea investigad­o y sus autores juzgados al rigor de la ley y que, además, se determine la real dimensión y las causas de tan grave problemáti­ca.

Estos reiterativ­os actos de violencia ubican al país en las primeras posiciones en los listados deleznable­s de los países más inseguros. De acuerdo con la organizaci­ón Global Witness, en 2017 fueron asesinados 207 defensores de la naturaleza en el mundo, 24 de ellos en Colombia, por lo que el país obtuvo el deshonroso tercer puesto después de Brasil (57) y Filipinas (48).

Las sociedades modernas están obligadas a buscar la convivenci­a y el bienestar a través de la concertaci­ón y el respeto a las diferencia­s; de ninguna manera es aceptable la violencia o el asesinato como forma de avasallar diferencia­s de pensar y actuar en la búsqueda de una vida colectiva amigable con el ambiente y respetuosa de los derechos humanos.

Estoy convencido de que las ideas no se matan, como dijo el Conde de Volney, escritor francés que proclamaba la libertad y la igualdad; es totalmente injusto seguir acabando con la vida de quienes las inspiran, las luchan y dan todo por sus derechos y el medioambie­nte. Nuestra sociedad no logrará la paz que tanto anhelamos si no empezamos por respetar la vida de nuestros conciudada­nos.

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