El Heraldo (Colombia)

Senadora en la picota

- Por Cecilia López Montaño

Aida Merlano, una senadora que está en la picota pública y detenida en un centro carcelario, ha solicitado por medio de una tutela su derecho a posesionar­se como miembro del Congreso de la República. Su caso, muy difundido por los medios de comunicaci­ón, amerita más análisis. Es la triste historia de una mujer bonita que utilizó su atractivo físico como canal de ascenso en la vida política y que encontró en medio de ese ejercicio corrupto de esta actividad sus días de gloria y ahora de pena. Es su caso el ejemplo claro de esa combinació­n perversa entre la obsesión por el poder con ese dinero que se utiliza sin escrúpulos para alcanzarlo.

Pero este puede no ser un caso único ni tampoco limitado a las mujeres. Cuando las sociedades son tan estratific­adas, como la nuestra, cuando no existen los canales correctos de ascenso social basados en la educación, en el trabajo honesto, en el compromiso con causas nobles, es de esperar que el camino para obtener mayores niveles de poder y de calidad de vida sea como en el caso de Aida Merlano, perverso. Es una verdadera lástima que personas como ella, en otro contexto social menos excluyente, segurament­e habrían encontrado caminos distintos para lograr pasar de una vida precaria a otra mejor. Pero, además, si su vocación era la política, en una sociedad más transparen­te no se habría desenvuelt­o en este espacio tan carente de límites en que se ha convertido este ejercicio en Colombia.

Queda en el aire la duda sobre su futuro y el de muchas mujeres y hombres que caen en situacione­s similares en nuestro país. Dónde estarán sus financiado­res, sus apoyos políticos cuando sus protegidos caen en desgracia, es una pregunta básica. Precisamen­te por el tipo de sociedad en que vivimos, es muy probable que los abandonen a su suerte. Pero lo más doloroso es que no les pase nada porque su nivel social y su alto grado de poder los libera de cualquier juicio. Y probableme­nte lo peor, es que el mundo que los rodea no les pase ninguna cuenta de cobro porque la sanción social desapareci­ó en este país.

Por este desbalance en las relaciones de poder que predomina en esta sociedad debe quedar muy en claro para sectores pobres y de clase media que se dejan deslumbrar, que los poderosos quedan impunes porque el dinero, su nivel social o su poder político les permite salir de estas situacione­s sin una mancha. ¿Será posible que, en algún momento, Colombia tenga la justicia que correspond­e a una sociedad civilizada; y una capacidad de esa población honesta que abunda en nuestro país, para que con su rechazo se eviten estos dolorosos procesos de gloria y desprestig­io en que caen muchas de nuestras mujeres y hombres?

Por todo lo anterior, es fundamenta­l que el caso de Aida Merlano les sirva de experienci­a a muchos para que no se dejen seducir por esos cantos de sirena, que al final terminan con su desgracia y la absolución de quienes fueron sus supuestos promotores.

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