El Heraldo (Colombia)

Se ve de todo

- Por Tatiana Dangond @tatidangon­d

Desde propaganda­s donde las mujeres son las que lavan y planchan, hasta ideas de numerosos hombres que bajo el peyorativo uso de la expresión ‘feminazi’ pretenden desconocer la reivindica­ción de los derechos de la mujer. El machismo sigue siendo un fuerte componente de toda la informació­n que consumimos en los medios de comunicaci­ón y en los entornos sociales, en los que, como se titula esta columna, se ve de todo. Se ven comentario­s en Twitter de hombres que se han tomado la potestad de determinar si una mujer es feminista o ‘feminazi’ –como si este último término tuviera algún uso medianamen­te lógico o coherente–, hasta personas que deslegitim­an muchas de las causas feministas por considerar que no hay unanimidad entre las mujeres. No está de más sostener que esto último se genera porque la diversidad y las diferentes formas de pensamient­o van de la mano con la vida en sociedad, más no por falta de argumentos sólidos que avalen las tesis feministas.

Más allá de las diferentes posturas que pueda haber alrededor del feminismo, lo cierto es que no es una discusión sobre si las mujeres somos iguales a los hombres, sino sobre el estado del goce efectivo de los derechos de la mujer, que son inherentes a cualquier persona. Nuevamente y para claridad absoluta: persona no hombre. Esas garantías y libertades que todavía tienen falencias en su reconocimi­ento formal, pero que principalm­ente tienen dificultad­es en el goce material, no tienen como punto de partida a los hombres –lo que sería apoyar una visión falocéntri­ca que no tiene cabida en el mundo actual– sino en el respeto de los derechos de la mujer, los cuales se han visto socavados a lo largo de la historia por el poder masculino, las institucio­nes y las prácticas culturales.

Recienteme­nte vi cómo se convirtió en tendencia un mensaje sobre Alyssa Carson, una joven de 17 años con una trayectori­a sorprenden­te en la NASA. El mensaje al lado de la foto de ella decía: “Esto es feminismo, tú no”. Mucho aplauso recibió el hombre que había escrito lo anterior, mensaje que interpreto como que el feminismo se traduce en mujeres exitosas, y el resto no tendría cabida según esta acepción. Sobre esto, me llamó la atención una mujer que le contestó al personaje informándo­le que el feminismo no se trata de mujeres triunfando, sino de la lucha de los derechos de las mujeres, de todas. Lo importante es la libertad de las mujeres a vivir su individual­idad sin exigencias culturales y sociales que quieran imponerle al género una visión de cómo debe ser la vida.

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